Por Elizabeth Piper, Andrew MacAskill y Alistair Smout
BIRMINGHAM, Inglaterra, 4 oct (Reuters) - La primera ministra británica, Liz Truss, esperaba que la conferencia anual del Partido Conservador que gobierna fuera su broche de oro, pero en su lugar se vio obligada a dar un humillante giro de 180 grados que la ha dejado a ella, y a su equipo, en una crisis de credibilidad.
Después de menos de un mes en el cargo, la marcha atrás de Truss en su decisión de suprimir el tipo más alto del impuesto sobre la renta en el Reino Unido ha dejado abierta la puerta a las críticas de que no solo está mal asesorada, sino que también fue erróneo presentarla como una mujer que mantiene su palabra.
El giro se produjo menos de 24 horas después de que Truss defendiera una política de recorte del tipo impositivo más alto (del 45%), lo que desencadenó advertencias de sus parlamentarios de que corría el riesgo de perder cualquier elección futura al resucitar el apodo de "partido antipático" ('nasty party').
Esta semana, Truss dijo en Birmingham, donde se reunió con otros legisladores conservadores para asistir a la conferencia anual del partido, que tanto ella como su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, han escuchado esas voces. Pero algunos de los asistentes a la conferencia dudan de que ahora pueda tener autoridad para afrontar los futuros retos políticos antes de las elecciones de 2024.
"¿Yo lo habría hecho? En absoluto", dijo Ben Houchen, alcalde conservador de Tees Valley, en el noreste de Inglaterra.
"En realidad, nos ha hecho retroceder en la percepción de mucha gente respecto al viaje que han hecho los conservadores en los últimos 15-20 años", dijo, en referencia a 2002, cuando Theresa May, que llegó a ser primera ministra, afirmó que el partido era conocido por muchos votantes como el "partido antipático".
Mientras las encuestas sitúan a los conservadores en riesgo de ser arrollados en las próximas elecciones por el principal partido de la oposición, los laboristas, otras voces fueron más contundentes, criticando al equipo de ministros de su gabinete o a sus asesores.
"Era inevitable. Pero (...) es una situación que subraya la necesidad de contar con personas de alto nivel en la mesa del gabinete", dijo un diputado conservador bajo condición de anonimato.
Otro dijo: "Es un equipo nuevo que no sabe lo que hace y que no permite una gestión competente de Downing Street, y mucho menos algo audaz o fuera de lo común".
¿CUMPLIENDO PROMESAS?
Ha pasado mucho tiempo desde que Truss fuera alabada por algunos como la líder conservadora que el partido necesitaba para poner fin al mandato de Boris Johnson, que fue destituido en una rebelión tras encabezar el partido durante meses de escándalo en escándalo.
Entonces Truss dijo a los miembros del partido, encargados de elegir al próximo primer ministro del Reino Unido: "No hago promesas que no puedo cumplir y soy una persona directa que dice las cosas como son".
Nombrada el 6 de septiembre, pronto se vio obligada a cambiar de rumbo para ayudar a liderar al Reino Unido durante el luto nacional por la reina Isabel y, cuando se reanudó la vida política, quiso actuar con rapidez. El recorte de los tipos impositivos fue la sorprendente incorporación a su plan económico el 23 de septiembre.
"Es un mensaje difícil de vender", dijo Marco Longhi, un diputado conservador que fue elegido en 2019 por primera vez en el escaño de Dudley North, que antes apoyaba a los laboristas.
"Creo que a un gran número de personas de mi zona les resultó difícil asimilar ese mensaje", dijo Longhi, que apoyó a Truss para primera ministra durante la campaña por el liderazgo.
En la conferencia, algunos partidarios y legisladores parecían desconcertados por la rapidez de los acontecimientos, mientras que otros se mostraban desanimados.
El cambio de rumbo, dijeron algunos, era inevitable.
No obstante, mientras sus ministros se agrupaban públicamente en torno a Truss y Kwarteng, existía una clara frustración por el hecho de que un paquete de medidas destinado a revertir años de crecimiento económico estancado pudiera verse fatalmente socavado.
Steve Baker, ministro de la Oficina británica para Irlanda del Norte, dijo que culpaba a los laboristas de haber tendido una "trampa política" a los conservadores hace 12 años al introducir un tipo impositivo elevado, una trampa que los gobiernos anteriores deberían haber eliminado mucho antes para evitar meterse "en problemas hoy".
"Me alegro de que Kwasi (Kwarteng) haya hecho esto", dijo Baker a Reuters, refiriéndose a la medida de revertir el impopular recorte de impuestos, sugiriendo que es hora de que el partido se una.
"Satisfará a muchos parlamentarios que lo han pedido, pero lo que ahora tenemos que hacer es que cada uno de los diputados 'tories' (conservadores) se pregunte qué es lo que quiere conseguir. Yo tengo claro lo que intento conseguir, me gustaría apoyar un programa que apueste por el crecimiento".
(Reporte de Elizabeth Piper; edición de Deepa Babington; traducido por Tomás Cobos)