Ramón Santaularia
Atenas, 7 may (EFE).- Grecia, que aporta menos del 3 por ciento
del PIB a la eurozona, ha mantenido en vilo en las últimas semanas a
los Gobiernos europeos y de ultramar, y a los mercados financieros
internacionales por una crisis que empezó por la enorme deuda
acumulada por este país.
Las repercusiones del desfase macroeconómico heleno, conocidas
hasta mediados de 2009 sólo por los círculos económicos mejor
informados, se han sentido no sólo en Wall Street, sino incluso en
Japón, cuyo índice bursátil Nikkei caía hoy un 3 por ciento ante la
creciente preocupación por la deuda soberana europea.
En Bruselas se celebra hoy una cumbre extraordinaria de jefes de
Estado y Gobierno de la zona del euro para intentar disipar las
dudas sobre la viabilidad del plan de ayuda financiera a Grecia y la
capacidad de Europa para evitar el contagio de la crisis.
En Japón, el ministro de Finanzas, Naoto Kan, anunciaba hoy que
el grupo de los siete principales países industrializados (G7) tenía
previsto abordar el caos desatado por la deuda soberana griega en
una conferencia telefónica a lo largo del día.
El mercado bursátil en Nueva York llegó a desplomarse ayer
momentáneamente un 9% durante la jornada, una caída atribuida, en
parte, a un error de mecanografía de un operador, pero los mercados
tenían en mente la deuda europea, y no sólo la griega, como un
escenario muy preocupante.
La reciente debilidad del euro frente al dólar y otras monedas
fuertes también ha sido atribuida a la crisis financiera helénica,
aunque la incertidumbre sobre el contagio a otros miembros de la
eurozona puede haber jugado una mayor baza en su depreciación.
La moneda única se ha debilitado hasta el nivel más bajo de los
últimos 14 meses frente al dólar, con un cambio de 1,2698 dólares en
las primeras horas de cotización de hoy en Europa.
Los mercados temen que el paquete de rescate para Grecia atado
por el Eurogrupo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de 110.000
millones de euros no baste para limitar la crisis a este pequeño
país de 11 millones de habitantes.
Pero la moneda única está aún lejos de alcanzar el récord a la
baja de 0,82 dólares de otoño del año 2000, poco más de un año
después de su establecimiento como moneda de cálculo para los once
países fundadores de la zona del euro.
Ante este poco alentador panorama, el Gobierno griego se enfrenta
ahora a la delicada tarea de aplicar un draconiano plan de
austeridad, aprobado ayer en el Parlamento, que comprende un ahorro
de 30.000 millones de euros en tres años para lograr la
consolidación fiscal y cumplir con el pago de su elevada deuda.
La receta para reducir el enorme déficit fiscal del 13,6% en 2009
es amarga y pasa por aplicar fuertes recortes salariales a los
funcionarios, incrementar los impuestos, ampliar la edad de
jubilación y congelar la contratación para empleados públicos, entre
otras dolorosas medidas.
Unos sindicatos combativos y una población iracunda por la
pérdida de calidad de vida son una combinación explosiva, que
amenaza la paz social, como ha sido testigo Atenas estos días en las
protestas multitudinarias que el miércoles causaron tres muertos,
más de setenta heridos y cuantiosos daños materiales.
Los disturbios y las huelgas, que han paralizado total o
parcialmente los transportes, son un desincentivo para el turismo
nacional, una importante fuente de ingresos, que representa el 15%
del PIB.
De hecho, el ministerio griego de Cultura y Turismo decidió ayer
formar un comité de gestión de crisis para abordar la situación del
turismo ante el temor a que los turistas extranjeros puedan evitar
Grecia en la próxima temporada de verano.
Fuentes ministeriales dijeron a Efe que "es natural que la gente
y los turistas estén preocupados por la situación y por los
acontecimientos en las calles de Atenas, pero éste ha sido un hecho
aislado y en el resto del país, la situación es normal".
La alusión era a las manifestaciones violentas de mediados de
esta semana, de las que los medios extranjeros se hicieron amplio
eco y cuya cobertura ha sido criticada por el Gobierno heleno.
Las primeras cancelaciones ya se habían producido, según los
medios locales, y diez autobuses turísticos provenientes de Bulgaria
suspendieron el viaje a Grecia por temor a los disturbios. EFE