Ingrid Haack
Berlín, 10 sep (EFE).- La canciller alemana, Angela Merkel,
parece haber ganado la batalla en torno a la venta de Opel al lograr
que General Motors recomiende, en plena campaña electoral para las
legislativas, la venta al fabricante austríaco-canadiense Magna, el
único ofertante al que Berlín estaba dispuesto a respaldar.
"Me alegro sobremanera de esta decisión", dijo Merkel exultante
al anunciar oficialmente la decisión de la compañía estadounidense,
que le supone un espaldarazo de cara a la reelección.
Merkel aseguró que el Gobierno no ha hecho ningún tipo de
concesiones adicionales para que la operación acabe cerrándose en
los términos y con el comprador que Berlín defendía.
El anuncio cayó como una sorpresa en el Berlín político, donde ya
se había dado prácticamente por perdida la batalla, después de que
todas las informaciones desde Detroit apuntaban a que GM podría
optar por quedarse con Opel.
La buena marcha de los negocios de GM tras presentar suspensión
de pagos y de recibir una inyección de 50.000 millones de dólares de
ayuda de Washington hicieron plantearse a la compañía la posibilidad
de mantener su negocio europeo.
Sin embargo, fuentes negociadoras alemanas apuntaron hoy a la
posibilidad de que el temor a no poder asumir por sus propios medios
los 4.500 millones que ofrecía Alemania en calidad de avales pudo
llevar finalmente a GM a optar por la venta.
Según anunciaron en Berlín el vicepresidente de la compañía, John
Smith, y el presidente de la entidad fiduciaria que administra Opel
hasta su venta definitiva, Fred Irwin, en las próximas semanas
continuarán las negociaciones con Magna y su socio inversor ruso
Sberbank sobre la base de lo conversado ya durante los últimos
meses.
General Motors había llegado ya a finales de mayo a un principio
de acuerdo con Magna y Sberbank.
El plan de este inversor, aceptado oficialmente por GM y la
entidad fiduciaria, contempla la venta del 55 por ciento al
fabricante de componentes austríaco-canadiense Magna y Sberbank, y
de mantener el 35 por ciento de las acciones.
El diez por ciento restante de "New Opel", la empresa que surgirá
al final de la operación, pasaría a manos de la plantilla.
Smith informó de que esos serán los planes sobre los que se
basará el acuerdo final y que ya sólo quedan algunos flecos por
resolver.
GM y Magna han alcanzado, según Smith, incluso un compromiso,
aunque todavía no oficial, en puntos peliagudos como el traspaso de
tecnologías.
Una de las principales reservas planteadas en los últimos meses a
la oferta de Magna había sido el temor a que Rusia accediera de esta
forma a tecnologías innovadoras.
Mantener el plan de Magna significa al mismo tiempo continuar con
los planes de trasladar parte de la producción de Figueruelas
(Zaragoza) a la planta alemana de Eisenach -ambas fabrican el Corsa-
como reconoció indirectamente Smith al afirmar que eso ya formaba
parte del plan inicial de reestructuración de GM.
En ese plan estaba incluido también el cierre de Amberes, lo que
Magna tiene previsto mantener.
Smith, en cambio, se mostró optimista respecto al futuro de la
planta de Vauxhall en Luton, y afirmó que no veía impedimento en que
"New Opel" pueda mantener la buena cooperación que ha tenido allí
con la francesa Renault.
El plan de Magna contempla por lo demás, salvo retoques, mantener
las cuatro plantas alemanas.
Del total de cerca de 50.000 trabajadores en toda Europa se
recortarían unos 10.500, de los cuales 3.000 desaparecerían en
Alemania, donde Opel tiene una plantilla de 26.000 empleados.
Irwin subrayó hoy que una de las condiciones impuestas por la
entidad fiduciaria a la concesión de los 4.500 millones de ayudas
estatales alemanas es que éstas únicamente se destinen a New Opel y
no a inversiones a Estados Unidos o Rusia.
Además, la entidad ha exigido que el gobierno alemán supervisará
que esto no ocurra.
El vicepresidente de General Motors manifestó su confianza en que
las negociaciones lleguen a buen término en las próximas semanas con
el objetivo de formalizar la compra antes de finales de año. EFE