Marta Berard
Sao Paulo, 3 ago (EFE).- La economía de Brasil, inmersa en un
proceso de crecimiento sólido, ha alejado con rapidez el fantasma de
la crisis, pero las deficiencias del sistema tributario, el débil
desarrollo tecnológico y la revalorización del real, que merma la
competitividad de las exportaciones, son una amenaza para su futuro.
La economía brasileña creció el 9% en el primer trimestre de este
año y el Gobierno pronostica para el final del ejercicio una
expansión del PIB cercana al 6,5%, que la Federación de Industrias
del estado de Sao Paulo (Fiesp) eleva hasta el 7,5%.
El director del departamento de estudios económicos de la Fiesp,
Paulo Francini, considera que la creación de 1,47 millones de nuevos
puestos de trabajo en el primer semestre del año y la ampliación
continuada del crédito, debido en parte a las medidas anti-crisis
del Gobierno, han desembocado en un "fortalecimiento del mercado
interno" que le otorga una "gran potencialidad".
En una entrevista con Efe, Francini destacó que Brasil carece de
fallos estructurales en su sistema financiero, que permanece
"íntegro y muy regulado", y aseguró que "el problema era de
crédito", por lo que todos los segmentos económicos que dependen de
los flujos de dinero se vieron muy golpeados por la crisis.
Puso como ejemplos la industria automovilística, de la que dijo
que "sufrió un frenazo", y la caída del 30% de las exportaciones
brasileñas de manufacturas como consecuencia de la contracción del
comercio internacional.
"El sector más afectado que es la industria, es también el que
más se recupera", dijo el experto para añadir que las previsiones de
crecimiento de la industria para este año superan el 11%.
Según datos divulgados hoy, la producción industrial tuvo una
expansión sin precedentes del 16,2% en el primer semestre de este
año.
De los datos de contabilidad nacional se desprende que la
recesión es cosa del pasado, pero detrás de la recuperación
económica se esconden debilidades que pueden lastrar el crecimiento
macroeconómico y el desarrollo del país.
Francini comenzó la lista de "problemas" de la economía brasileña
por el sistema tributario, que calificó de "confuso" y
"disfuncional" y que en su opinión requiere una "reforma total", ya
que las empresas dedican "mucho tiempo y recursos humanos" para
hacer el cálculo de sus impuestos.
En el país existen numerosos impuestos sobre la producción que
aumentan de manera exagerada los costos para el consumidor final y
que tanto los empresarios como la sociedad piden que sean unificados
bajo un solo tributo.
Precisamente una reforma profunda del marco impositivo ha sido
una de las promesas de sucesivos gobiernos brasileños, a la que
también se comprometió el actual presidente, Luiz Inácio Lula da
Silva, aunque a falta de seis meses para el fin de su segundo
mandato, parece lejos de hacerse realidad.
La formación también es uno de los puntos de sombra que puede
tener un efecto negativo para el futuro de la economía, según
Francini, quien señaló que la necesidad de enseñanza básica está
cubierta pero es de "baja calidad" y agregó que el desarrollo
tecnológico también presenta flaquezas.
Por otro la lado, el firme proceso de revalorización de la
moneda, que quedó interrumpido por la crisis y retomó la tendencia
alcista a partir del segundo trimestre de 2009, está restando
competitividad a las exportaciones brasileñas.
Francini dijo que Brasil podría verse en una situación parecida a
la "enfermedad holandesa", expresión que se aplica a la apreciación
de la moneda local por excedente de divisas y que puede llevar a una
pérdida de competitividad en los mercados internacionales.
Brasil obtuvo un superávit comercial de 1.358 millones de dólares
en julio, dato que supone un caída del 51,2% respecto al mismo mes
del año pasado.
En el acumulado del año, la diferencia entre exportaciones e
importaciones arrojó un saldo positivo de 9.237 millones de dólares,
un 45,1% menos que en los siete primeros meses de 2009.
Tampoco es positivo el volumen de la economía sumergida, que un
estudio reciente del instituto privado Fundación Getulio Vargas
sitúa en el 18,4% del PIB brasileño.
Sin embargo, en opinión de Francini, Brasil camina en la
dirección adecuada y el "espacio para la informalidad (económica) se
reduce de forma continuada". EFE