César Muñoz Acebes
Washington, 12 sep (EFE).- La respuesta del gobierno de EEUU y la
Reserva Federal a la crisis económica sigue siendo determinada, en
gran medida, por su horror ante las repercusiones del colapso de
Lehman Brothers, que el 15 de septiembre cumplirá un año.
Las inyecciones frenéticas de dinero en los mercados, las
garantías a los depósitos de las cuentas monetarias, la compra de
acciones de la banca y otros programas de intervención pública aún
en vigor llegaron después de que las autoridades estadounidenses
tomaran una decisión singular en la Reserva Federal de Nueva York.
Henry Paulson, el secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, el
presidente del banco central estadounidense, decidieron dejar que se
hundiera Lehman Brothers, un gigante de las finanzas con 158 años de
solera.
"Visto ahora, está claro que fue un error", dijo a Efe John Boyd,
asesor del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis. "Entonces
todo el mundo creía que los mercados habían anticipado y asumido que
Lehman Brothers caería, pero su reacción fue una sorpresa", añadió.
El hundimiento de ese banco de inversión no fue la causa de la
crisis financiera, pero sí el desencadenante del "gran pánico" de
2008, que a punto estuvo de provocar una trombosis en los canales
financieros del mundo.
"El sistema financiero global estuvo muy cerca del colapso",
reconoció Bernanke en una entrevista en marzo.
Los problemas de Lehman Brothers eran conocidos: Se había
endeudado tremendamente por la compra de activos cuya demanda se
había hundido de forma súbita, en particular títulos hipotecarios
estadounidenses. La caída del mercado inmobiliario significó su
ruina.
Apuestas similares había realizado el banco de inversión Bear
Stearns, al que el gobierno se vio obligado a sostener en marzo de
2008 con un préstamo de 29.000 millones de dólares que permitió su
compra por JP Morgan Chase.
"Paulson odió rescatar a Bear Stearns", relató a Efe una fuente
financiera cercana al actual gobierno que pidió no ser identificada.
Con acceso privilegiado a las cuentas de Lehman Brothers, él y
Bernanke sabían que esa entidad sería la siguiente víctima y se
pasaron seis meses pensando cómo dejarla quebrar si no encontraban
un comprador, según la fuente.
Su objetivo era restablecer la disciplina de mercado con una
señal de que el gobierno no sería la tabla de salvación de todas las
entidades.
Querían que los bancos limpiasen ellos mismos los pozos ciegos
donde habían echado el papel "basura" y se lo pensasen dos veces en
el futuro antes de especular de forma desenfrenada.
El tiro les salió por la culata a las autoridades porque no
entendieron el alcance de los tentáculos de Lehman Brothers, lo que
en sí mismo es una muestra de las lagunas en la normativa bancaria
estadounidense, según los expertos.
"Un regulador debería saber si las entidades A y B están
conectadas", afirmó Charles Geisst, profesor de Finanzas del
Manhattan College.
Lehman Brothers era socio en transacciones en todo el mundo y su
presencia era particularmente importante en el mercado de pagarés a
corto plazo, que las empresas usan para cubrir gastos usuales, como
el pago de salarios.
Su quiebra detuvo en seco ese mercado al hacer que los
inversores, asustados, retiraran el dinero de las cuentas
monetarias, un sector de 3,6 billones de dólares que financia el
mercado de pagarés.
Como resultado, el crédito se congeló, algunas compañías no
pudieron pagar a sus empleados y el gobierno tuvo que intervenir con
una garantía de los depósitos en ese tipo de cuentas.
Además, se tragó su renuencia a salvar a entidades financieras
con el rescate el 16 de septiembre de la aseguradora AIG, en la que
la "Fed" inyectó 85.000 millones de dólares.
Tras Lehman, el banco central se percató de que sería muy difícil
encontrar conglomerados, los "caballeros blancos" en el argot
financiero, que absorbieran a firmas menores con problemas, según
Geisst. Los valores de mala calidad se apilaban en los sótanos de
todos ellas.
En su lugar, "la Reserva Federal -dijo este experto- tuvo que
hacerse presente ella misma en los mercados", asumiendo funciones de
prestamista antes desempeñadas tan sólo por bancos privados, gracias
a su suministro inagotable de dinero, que simplemente imprime.
Un año después su brazo sigue metido hasta el codo en el sistema
financiero para evitar otro descalabro como el de Lehman Brothers.
EFE