Washington, 12 jun (EFE).- El presidente de EE.UU., Barack Obama,
subrayó hoy su "profundo compromiso" con la "histórica" relación con
Gran Bretaña, pese a la tensión surgida entre ambos países a raíz
del derrame en el Golfo de México, informó la Casa Blanca.
El presidente mantuvo hoy una conversación telefónica con el
primer ministro británico David Cameron en la que abordaron el
"impacto del trágico derrame petrolífero en el Golfo de México".
Ambos reiteraron la importancia de que British Petroleum (BP)
haga "todo lo que pueda para responder de forma efectiva a la
situación", informó la residencia presidencial estadounidense en un
comunicado.
La conversación llega en medio de una creciente presión en Gran
Bretaña para que Cameron frene la acalorada retórica contra la
petrolera en Washington, ante el temor de que las críticas pasen una
elevada factura a la empresa y sus inversores.
Obama ha dicho que si de él dependiese, despediría al consejero
delegado de BP, Tony Hayward, además de que respaldó la idea de
suspender el dividendo trimestral de la empresa y la criticó por
gastar 50 millones de dólares en una campaña publicitaria en pleno
derrame.
La petrolera, que ha perdido alrededor del 40 por ciento de su
capitalización bursátil tras el derrame, tiene un enorme
protagonismo en la economía británica.
Buena prueba de ello son los casi 1.400 millones de dólares que
pagó en impuestos el año pasado, unos ingresos muy bien recibidos en
un país que trata desesperadamente de reducir su déficit.
Además, millones de jubilados dependen de los dividendos que paga
la empresa, en la que los fondos de pensiones han realizado grandes
inversiones.
"Cuando uno considera la enorme exposición de los fondos de
pensiones británicos a BP, el que una gran empresa británica sea
atacada constantemente en los medios comienza a ser un asunto de
preocupación nacional", dijo el jueves en declaraciones a la cadena
BBC el alcalde de Londres, Boris Johnson.
La tercera mayor petrolera del mundo, después de ExxonMobil y
Royal Dutch Shell, tiene 80.000 empleados, ingresos de 239.000
millones de dólares en el 2009 y una capitalización bursátil que
todavía supera los 100.000 millones de dólares, pese al reciente
batacazo en los mercados.
Además de hablar sobre el derrame, Obama y Cameron abordaron
también la situación en Afganistán, las recientes sanciones contra
Irán aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la
importancia de que Teherán cumpla con sus "obligaciones
internacionales".
Los mandatarios departieron también sobre la próxima reunión del
G-20, que se celebrará a finales de este mes en Toronto (Canadá).
Ambos encontraron tiempo para hablar sobre el Mundial de Fútbol
que se celebra en Sudáfrica y que enfrentará hoy a EE.UU. y Gran
Bretaña en el campo.
Obama dijo que el récord histórico de los mundiales favorece a su
país y apostó una cerveza a que EE.UU. será el ganador del
encuentro. EFE