Teresa Bouza
Washington, 2 may (EFE).- El presidente de EE.UU., Barack Obama,
visita hoy el estado de Luisiana para ser testigo del impacto del
vertido de crudo en el Golfo de México, que amenaza con convertirse
en la peor catástrofe ecológica en la historia del país.
Obama salió rumbo a Nueva Orleans (Luisiana) poco después de las
11.00 hora local (15.00 GMT) desde la base aérea de Andrews en las
afueras de Washington.
El mandatario viaja acompañado por el jefe de Gabinete de la Casa
Blanca, Rahm Emanuel; su principal asesor antiterrorista, John
Brennan; la asesora en temas energéticos Carol Browner y el portavoz
de la residencia oficial Robert Gibbs, entre otros.
Los críticos aducen que la Casa Blanca no ha actuado con
suficiente celeridad a la hora de reaccionar al derrame que se
inició tras la explosión el 20 de abril y el posterior hundimiento
de una plataforma petrolífera en el Golfo de México.
No falta quien aduzca que el vertido podría convertirse en el
"Katrina" de Obama, en referencia al huracán que golpeó Nueva
Orleans en el año 2005 y que lastró la popularidad del presidente
George W. Bush por la lentitud oficial ante la tragedia.
Pero la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, restó
hoy legitimidad a esas críticas al aducir que el Gobierno ha estado
alerta desde el primer momento.
"La respuesta física sobre el terreno ha sido desde el primer día
como si este pudiese ser un fallo catastrófico", afirmó hoy
Napolitano, quien dijo que el Gobierno está utilizando todos los
recursos a su alcance para minimizar el impacto del vertido.
Las últimas estimaciones indican que el vertido ronda los 800.000
litros de petróleo diarios, aunque Lamar McKay, presidente de
British Petroleum en EE.UU., concesionaria de la plataforma hundida,
indicó hoy que es imposible predecir la magnitud del derrame.
El ejecutivo insistió en que un fallo técnico del mecanismo que
debería de haberse activado para sellar el pozo explica que el
petróleo siga fluyendo libremente.
Varios brazos robóticos trabajan en el fondo submarino para
intentar cerrar el pozo.
McKay adelantó, por lo demás, que la gigantesca estructura que
construyen los ingenieros de la firma para contener el derrame
podría estar instalada en el plazo de "seis a ocho días".
La citada estructura es una especie de cúpula gigante, que se
colocaría sobre las fugas en el oleoducto a través de las que se
vierte el petróleo, que se acumularía dentro de la cúpula y se
bombearía fuera de ella evitando así el derrame directo en el mar.
A la espera de los resultados de esa iniciativa, el secretario
del Interior de EE.UU., Ken Salazar, señaló hoy que para lograr una
"solución definitiva" podrían ser necesarios tres meses.
Esa solución implica la construcción de un pozo alternativo a
través del que se inyectaría un líquido más pesado que el petróleo
que actuaría como una especie de tapón e impediría que el crudo siga
fluyendo a la superficie.
Hasta que eso se logre, explicó Salazar, "podría seguir fluyendo
un montón de petróleo".
La Casa Blanca, por su parte, ha adelantado que no concederá
nuevos contratos para realizar exploraciones petrolíferas mar
adentro a menos que existan las garantías suficientes para prevenir
una situación similar a la actual.
Mientras tanto, ha comenzado un proceso de inspección de los
sistemas de sellado de los pozos en el resto de plataformas
instaladas en el Golfo de México, alrededor de 30.000.
El vertido llega sólo unas semanas después de que Obama diese luz
verde a nuevas exploraciones petrolíferas en la región central y sur
del Atlántico y el Golfo de México. EFE
tb/jrh