Julio César Rivas
Toronto, 22 sep (EFE).- La próxima salida a bolsa de General
Motors (GM) y el supuesto interés de capital extranjero por tomar
una participación sustancial en la compañía, está provocando que
EE.UU. se planteé que su icono industrial quedará bajo control
chino.
Hace escasos años, la idea que General Motors, la esencia del
corazón industrial estadounidense, pasase a estar bajo control de
capital extranjero, especialmente asiático, habría provocado al
menos carcajadas.
Al fin y al cabo es la empresa que construyó miles de camiones,
tanques, motores de aviación, blindados y otro equipo militar que
fueron claves para la victoria estadounidense durante la Segunda
Guerra Mundial.
GM ha sido tan básica para Estados Unidos que en 1953 el entonces
presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, nombró al presidente
de General Motors, Charles E. Wilson, secretario de Defensa.
Y Wilson fue quien inmortalizó el binomio EE.UU.-GM con la frase
"durante años pensé que lo que era bueno para el país era bueno para
General Motors, y viceversa".
Así que no es difícil entender la reacción que está produciendo
la idea de que la empresa china SAIC Motors está considerando la
adquisición de una participación en GM cuando las acciones del
gigante del automóvil vuelva a cotizar a Bolsa, lo que está
planificado que ocurra en noviembre.
En el periódico "Detroit Free Press", una caricatura presenta al
supuesto nuevo jefe chino de GM haciendo ofertas de empleo a niños
estadounidenses.
Y uno de los comentaristas del periódico, Mike Thompson, escribe
hoy en su blog que "estoy seguro que muchos están sacudiendo sus
cabezas ante las perspectivas de que una empresa extranjera
(especialmente una con lazos cercanos a la represiva dictadura
china) compré una porción de la compañía estadounidense que fue
rescatada con dinero de los contribuyentes estadounidenses".
Thompson se refiere a los alrededor de 50.000 millones de dólares
que el Departamento del Tesoro estadounidense entregó a GM el año
pasado para proceder a su reconversión después de que la empresa se
declarase en quiebra.
A cambio de esa cifra, el Gobierno estadounidense controla desde
entonces el 61 por ciento del capital de GM.
Las autoridades canadienses también contribuyeron con unos 10.000
millones de dólares a la reconversión de GM por lo que tienen un
11,7 por ciento de la compañía. El resto se divide entre el
sindicato United Auto Workers (UAW), con un 17,5 por ciento, y los
antiguos acreedores de la compañía, con un 9,8 por ciento.
La salida a bolsa de GM permitirá que estos inversores recuperen
al menos parte del dinero que entregaron a GM.
Pero para algunos medios de comunicación, aunque recuperar el
capital invertido es lo apropiado, que una compañía extranjera se
aproveche del saneamiento de General Motors es menos deseable.
Para los mismos comentaristas no parece tan problemático que gran
parte de la estrategia de futuro de GM pase por vender la máxima
cantidad de vehículos posible en China, el mercado con más potencial
de todo el mundo, o mantener desde hace años acuerdos de cooperación
con empresas del gigante asiático.
Por ejemplo, GM y Shangai Automotive Industries Motor Corp (SAIC)
tienen empresas conjuntas para la producción de motores,
transmisiones y vehículos tanto en China como India.
GM también tiene empresas conjuntas con otras empresas chinas
como Wuling Motors y FAW Group.
El Departamento del Tesoro estadounidense no ve con tantos
problemas la entrada de capital chino en GM.
La semana pasada las autoridades estadounidenses publicaron las
pautas a seguir con la salida a bolsa. Sus principales prioridades
son "maximizar la devolución a los contribuyentes" y que los títulos
estén disponibles "a todos los inversores" en "múltiples
geografías".
El Departamento del Tesoro también indicó que "no se implicará en
decisiones referentes a la distribución de acciones a compradores
determinados". EFE