Berlín, 16 oct (EFE).- El presidente de Deutsche Bank, Josef Ackermann, participa en negociaciones para la condonación de hasta el 50 por ciento de la deuda griega, informa el popular diario "Bild", en su edición del lunes.
De acuerdo con este medio, que se remite a fuentes del gobierno alemán, ese es el porcentaje de la quita a Grecia que la banca privada está dispuesta a aceptar, aunque no está claro que ello pueda ocurrir a finales de esta semana.
Ackermann, además de consejero delegado del mayor banco de Alemania, preside la Asociación Internacional de la Banca (IIF).
Los países de la eurozona quieren tener listo un paquete global para la crisis de la deuda antes de la próxima cumbre de líderes de la UE, el domingo 23, informó ayer el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, tras la reunión del G-20 en París.
Desde hace días en Alemania se da por hecho que va a producirse una reestructuración de la deuda griega, que en medios germanos se sitúa entre el 50 y el 60 %, lo que implicaría a los acreedores de Grecia y tendría un fuerte impacto en la situación de la banca privada.
Ackerman se pronunció el pasado jueves en contra de los planes de recapitalizar la banca, que calificó de contraproducente, con el argumento de que sería una señal clara de que se prepara una reestructuración de la deuda griega de forma inminente.
En una conferencia pronunciada en Berlín, Ackermann criticó las propuestas del presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, de recapitalizar los bancos que lo precisen.
También dijo que el mercado no va a poner los medios para la recapitalización y añadió que la financiación de los bancos no es el problema, sino el hecho de que la deuda soberana ahora tiene riesgo.
La propuesta de Barroso fue asimismo rechazada por la Asociación de Bancos Alemanes (BdB), que advierten de sus posibles efectos contraproducentes.
Ackermann añadió, además, que su institución no va a requerir de tales apoyos.
Las declaraciones de Ackermann, considerado la quintaesencia de la arrogancia banquera, han desatado una ola de críticas, especialmente entre la oposición socialdemócrata y verde, pero también en las filas gubernamentales. EFE