Por Richard Lough
BUENOS AIRES (Reuters) - Argentina se enfrenta el miércoles a una carrera contra el tiempo para evitar su segunda suspensión de pagos en 12 años con dos opciones: cerrar un acuerdo con los acreedores 'holdout' que la demandaron antes de que termine el día u obtener más tiempo de la justicia estadounidense para negociar.
El ministro de economía argentino, Axel Kicillof, voló a Nueva York el martes para sumarse a las negociaciones de última hora y sentarse por primera vez cara a cara con los fondos de cobertura que exigen el pago completo de los bonos que compraron con descuento tras la suspensión de pagos del país en 2002.
Aunque el ministro dijo al salir de las reuniones el martes por la noche que se retomarían al día siguiente, el mediador judicial Daniel Pollack aseguró que los temas que dividen a las partes "siguen sin resolverse" y que aún no se había decidido si se volverían a reunir el miércoles.
Durante años la tercera mayor economía de Latinoamérica luchó contra estos acreedores 'holdout', que rechazaron las reestructuraciones previas de la deuda, pero tras agotar los caminos judiciales ahora Argentina se enfrenta a una suspensión de pagos si no logra un acuerdo de último hora.
Argentina tiene hasta la medianoche del miércoles (0400 GMT del jueves) para superar el estancamiento. Si no lo consigue, el juez estadounidense de distrito Thomas Griesa no le permitirá al país concretar el pago de un cupón sobre los bonos reestructurados que vence el 30 de julio.
La repentina presencia de Kicillof en Nueva York avivó las esperanzas de que aún hay tiempo para evitar una suspensión de pagos que traería más sufrimiento a una economía que ya está en recesión, aunque nada parecido al colapso de 2002 cuando incumplió con una deuda de 100.000 millones de dólares.
"Todavía es posible evitar un default. Incluso si hay un default, creemos que el gobierno podría manejar las expectativas del mercado", dijo Bank of America Merrill Lynch el martes en un informe.
El Gobierno de Buenos Aires ha insistido mucho en la necesidad de una medida cautelar sobre el fallo de Griesa. Y sus posibilidades de éxito aumentaron el martes cuando tenedores de bonos reestructurados de Argentina denominados en euros dijeron que una suspensión del fallo fomentaría un acuerdo.
También dijeron que facilitarían un trato al desistir de una cláusula llamada RUFO que no permite a Argentina ofrecer a otros inversores mejores términos de los que les ofrecieron a ellos.
Argentina ha argumentado en reiteradas ocasiones que la cláusula RUFO no le permite llegar a un acuerdo con los holdouts.
"Obtener una dispensa de la cláusula RUFO, sin embargo, llevará tiempo", dijo el grupo de tenedores de bonos en una moción de emergencia para una medida cautelar presentada el martes.
Aunque inquietante, la crisis de deuda no se compara con el caos que trajo el incumplimiento récord de Argentina de 2002, cuando decenas de personas murieron en violentas protestas callejeras y las autoridades congelaron las cuentas de los ahorradores para frenar una fuga de capitales.
El sufrimiento que acarrearía una nueva suspensión de pagos está supeditado a la rapidez con la que Argentina podría librarse del lío. Y eso en gran parte depende de si el país logra persuadir a suficientes tenedores de bonos de que está listo para negociar un acuerdo después de que expire la RUFO el 31 de diciembre.
Christine Lagarde, la jefa del Fondo Monetario Internacional, dijo que una suspensión de pagos de Argentina probablemente no vaya a tener mayores repercusiones en los mercados dado el relativo aislamiento de la nación respecto del sistema financiero.
Presidentes sudamericanos respaldaron el martes a la mandataria argentina Cristina Fernández, fustigando a los acreedores holdouts, a quienes calificaron de especuladores financieros que amenazan a toda la región.