Tokio, 9 nov (.).- El Banco de Japón (BoJ) debatió una expansión de su política de flexibilización monetaria durante la última reunión mensual de su junta, aunque finalmente decidió dejar intacta su actual estrategia, según las minutas publicadas hoy.
En la última reunión de la junta de política monetaria de la entidad, celebrada a finales de octubre, la entidad optó por seguir adelante con el programa de estímulos destinado a conseguir una meta inflacionista del 2 por ciento, aunque este objetivo continúa lejos del alcance de la tercera economía mundial.
Ocho de los nueve miembros de la junta votaron a favor de mantener la política actual, mientras que solo votó en contra Goushi Kataoka, la incorporación más reciente al órgano, según los documentos de la reunión divulgados hoy por el banco central nipón.
Este economista miembro del BoJ desde julio considera que los actuales esfuerzos de flexibilización de la entidad no son suficientes para lograr la inflación del 2 % para 2019 al tener en cuenta el exceso de masa de capital y la rigidez del mercado laboral que experimenta Japón.
Por ello, solicitó acciones flexibilizadores adicionales que compensen el efecto de estos "factores domésticos" y permitan alcanzar la meta inflacionaria, y en particular, propuso que el BoJ adquiera bonos de deuda nipona a un mayor plazo (a 15 años) para situar los tipos de interés por debajo del 0,2 por ciento.
Actualmente, el BoJ compra bonos estatales por valor de unos 80 billones de yenes (unos 607.594 millones de euros) al año para que el rendimiento del bono japonés a 10 años -principal referente de los tipos a largo plazo en el país asiático- permanezca en torno al cero por ciento.
Los otros miembros se opusieron al cambio y defendieron "una postura provisional de esperar a que se materialicen los efectos de las políticas dentro del marco actual".
Asimismo, alertaron sobre los "efectos secundarios" de medidas suplementarias de flexibilización, como "la acumulación de desequilibrios financieros", por lo que decidieron mantener la estrategia en curso.
La entidad activó en 2013 un gigantesco programa de flexibilización con vistas a lograr su meta inflacionista, aunque la caída de los precios del crudo y la ralentización global han obligado al BoJ a retrasar su plazo de consecución y a tomar otras medidas adicionales.
Entre ellas se cuentan una tasa negativa del -0,1 por ciento para los depósitos de los bancos y el antes citado control de la curva de rendimientos para mantener en torno al cero por ciento los tipos a largo plazo.
Ante lo esquiva que se está mostrando la meta inflacionaria, el BoJ mantiene su rumbo fijo de medidas flexibilizadoras y de estímulo, a diferencia de otras entidades de referencia sobre política monetaria como el Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).