Javier Aliaga
La Paz, 11 nov (EFE).- Bolivia debe revisar su política de hidrocarburos, fomentar la exploración y buscar nuevos mercados tras los hallazgos de grandes reservas en Brasil y Argentina, únicos clientes del gas boliviano convertidos ahora en gigantes petroleros, aseguran analistas y exfuncionarios del sector.
"No estamos en pánico, pero si no damos un fuerte golpe de timón en materia de exploración y mercados estaremos complicados", dijo a Efe el exministro de Hidrocarburos Álvaro Ríos.
Agregó que los nuevos yacimientos brasileños y argentinos pueden producir volúmenes significativos de hidrocarburos que competirán con el gas boliviano.
Brasil hizo enormes hallazgos en los últimos años, tanto en tierra como en aguas del Atlántico, mientras en Argentina la petrolera española Repsol anunció esta semana un yacimiento de petróleo no convencional en Neuquén, que presentó como el mayor descubrimiento de su historia.
Según Repsol, ese yacimiento tiene el equivalente a 927 millones de barriles de petróleo, de los que 741 millones son crudo de alta calidad y el resto de gas.
El Gobierno boliviano que preside Evo Morales, quien anunció la "nacionalización" de los hidrocarburos en 2006, confía en que Brasil y Argentina, pese al aumento de reservas, respetarán los contratos firmados para comprar gas boliviano hasta 2019 y 2027, respectivamente.
La oposición e investigadores privados ponen en duda la "nacionalización" de Morales, porque el 80 % del gas sigue controlado por multinacionales extranjeras, pero añaden que aún así la retórica de aquel anuncio paralizó durante años las inversiones en el sector.
Solo hay actualmente un proyecto avanzado para aumentar desde 2012 la producción de gas: el campo Margarita del sur de Bolivia, cerca de la frontera con Argentina, operado por Repsol en asociación con British Gas y Pan American Energy.
Las reservas de gas boliviano se redujeron este año a 13 billones de pies cúbicos, después de varios años de haberse inflado oficialmente esa cifra.
La producción es de 45 millones de metros cúbicos diarios, que cubren a duras penas la demanda interna y los compromisos de exportación a Brasil y Argentina.
Según Ríos, hasta 2015 ó 2016 Bolivia no tendrá problemas para abastecer esos mercados, pero si no hay una "exploración masiva" la situación será "muy complicada" desde 2017.
Añadió que Brasil y Argentina pueden producir mucho gas con los nuevos hallazgos dentro de cinco años, en los que Bolivia tendrá asegurados esos mercados, pero luego se verá obligada a competir con mejores precios y términos contractuales.
Sin darse cuenta, Bolivia ha quedado "vecino de dos gigantes, uno petrolero y otro gasífero: Brasil y Argentina", comentó el columnista Humberto Vacaflor.
Los contratos obligan a esos países, los mayores de Suramérica, a comprar gas boliviano, pero en Argentina se habla ya de la posibilidad de prescindir de él en un lustro y en Brasil solo se lo aprecia como materia prima para la petroquímica, advierte Vacaflor.
Agregó que, en esas circunstancias, sería bueno conocer cuáles serán las condiciones que ofrecerá Bolivia para atraer inversiones.
A su vez, el exsuperintendente de Hidrocarburos Hugo de la Fuente cree que Boliva debe olvidar los contratos de largo plazo, como los actuales con Brasil y Argentina, para buscar otras opciones en el mercado internacional.
En ese sentido, destacó una iniciativa del mecanismo Urupabol (acrónimo de Uruguay, Paraguay y Bolivia) para exportar gas a esos otros dos países, así como la construcción de una planta de licuefacción del energético en la costa uruguaya.
Pero Ríos admite que Uruguay y Paraguay son mercados "muy chicos y muy lejanos", a diferencia de Chile, que "fue, es y será el mejor mercado para Bolivia", porque es deficitario, cercano y con la mejor posibilidad de precios de la región.
"Lastimosamente (...) no le vendemos gas al mejor mercado que hay", dijo Ríos, quien recordó que los últimos gobiernos han rechazado esa opción por la negativa de Santiago a atender el reclamo de La Paz sobre una salida al Pacífico, que Bolivia perdió en una guerra del siglo XIX. EFE