En una medida significativa para contrarrestar la influencia de los vehículos eléctricos (VE) chinos en Estados Unidos, la administración Biden, a través del Departamento de Comercio de EE. UU., anunció el lunes una propuesta de prohibición de la tecnología china de vehículos conectados. Esta medida está destinada a ser una herramienta potente contra la posible afluencia de VE chinos de bajo coste, que podrían alterar la industria automotriz global.
La prohibición abarca tanto hardware como software y está diseñada para aplicarse universalmente, afectando a los vehículos de empresas chinas fabricados fuera de China, incluyendo posibles fábricas en México o Europa. La propuesta no solo se dirige a vehículos con componentes chinos, sino que también se extiende a las tecnologías de vehículos conectados, lo que podría afectar a coches construidos por empresas chinas en otros países.
Michael Dunne, un consultor con conocimientos sobre la industria automotriz china, considera esto una "declaración poderosa" de los funcionarios estadounidenses quienes, a pesar de haber impuesto anteriormente aranceles del 100% a los VE chinos y eliminado los subsidios al consumidor para vehículos con piezas fabricadas en China, han decidido que estas medidas podrían no ser suficientes.
BYD, líder chino de VE, cotizada como SZ:002594, tiene planes para una planta de fabricación en México. Aunque BYD afirma que la fábrica atenderá solo al mercado local, los grupos comerciales estadounidenses están preocupados por el impacto potencial en los fabricantes de automóviles estadounidenses, temiendo un "evento de nivel de extinción".
Las restricciones propuestas también pretenden evitar que el software chino o los coches autónomos sean probados o desplegados en EE. UU., lo que podría servir como una barrera comercial que proteja a empresas nacionales como Tesla (NASDAQ:TSLA), cotizada como NASDAQ:TSLA, que se está centrando cada vez más en la tecnología autónoma.
Los analistas han expresado preocupaciones sobre posibles represalias en la política comercial china, que podrían afectar las extensas operaciones de Tesla en China. Sin embargo, Tesla no ha comentado sobre estos desarrollos.
La administración Biden enmarca la amenaza que representan los vehículos y la tecnología china como un problema tanto de seguridad nacional como económico. Los funcionarios estadounidenses argumentan que el sector de VE chino, fuertemente subsidiado y líder en tecnología de baterías y software, podría poner en peligro los intereses estadounidenses.
Según Liz Cannon, jefa de la oficina de tecnología de la información y comunicaciones del Departamento de Comercio, la prohibición tiene como objetivo cerrar lagunas y evitar que el software automotriz chino entre en el mercado estadounidense. El plan propone prohibir el software para 2026, afectando a los vehículos modelo 2027, y el hardware para el año modelo 2030, con la administración esperando finalizar estas reglas antes del 20 de enero de 2025.
China ha expresado su oposición a estas medidas, con el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lin Jian, declarando que China se opone a la generalización de los conceptos de seguridad nacional por parte de EE. UU. y a las prácticas discriminatorias contra las empresas chinas.
Los legisladores estadounidenses han expresado preocupaciones de seguridad sobre la tecnología china de vehículos autónomos, particularmente después de que la administración Biden añadiera a Hesai Group, con sede en China, a una lista de empresas que supuestamente ayudan al ejército de Beijing.
El tema de los vehículos eléctricos y la política comercial se ha vuelto prominente en la campaña presidencial estadounidense de 2024, con apoyo bipartidista para las medidas anti-China.
El candidato presidencial republicano, Donald Trump, ha criticado las políticas de VE de Biden, mientras que la Casa Blanca enfatiza la preferencia por los VE fabricados en Estados Unidos. La campaña de la demócrata Kamala Harris no ha emitido una declaración sobre el asunto.
Reuters contribuyó a este artículo.
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