BUCAREST (Reuters) - Miles de rumanos se agolparon en las calles de Bucarest el sábado para el funeral del antiguo rey Miguel, uno de los últimos jefes de Estado de la Segunda Guerra Mundial que aún vivían.
Nacido en 1921, Miguel estuvo al frente de Rumanía en dos ocasiones, cambió su alianza con los nazis por el bando aliado durante la guerra y se vio después forzado al exilio tras la toma comunista en 1947.
Murió en Suiza el 5 de diciembre a los 96 años, tras haberse retirado de la vida pública por una grave enfermedad en 2016.
El sábado, las iglesias de Bucarest hicieron redoblar sus campanas y los presentes en las calles, muchos de ellos con lágrimas en los ojos, arrojaron flores blancas al paso del cortejo fúnebre, coreando "Rey Miguel" y "Abajo el comunismo".
Entre los miembros de la realeza europea que acudieron al sepelio se encontraban el rey emérito de España, Juan Carlos; el príncipe Carlos de Inglaterra y el rey Carlos Gustavo de Suecia.
Aunque la restauración monárquica no es un tema a debate en el estado europeo, Miguel gozaba de un gran respeto entre los rumanos, que le colocaban en una posición diferente a la de la clase política a la que culpaban de la pobreza y la corrupción.
Su muerte llega en un momento de profundas divisiones en la sociedad rumana. Durante todo el año se han producido protestas masivas en las calles por los intentos de los socialdemócratas en el poder de debilitar la lucha contra la corrupción.
A principios de mes, los socialdemócratas usaron su sólida mayoría para aprobar un cambio que amenaza con situar a la justicia bajo el control político. El lunes, los legisladores comenzaron a debatir los cambios del código penal que, según los críticos, hará descarrilar el orden público.
Descendiente de la dinastía alemana Hohenzollern y primo de la reina Isabel de Inglaterra, Miguel I tenía poco más de 20 años cuando participó en un golpe de Estado en 1944 para derrocar al mariscal Ion Antonescu.
Rumanía rompió luego con la Alemania nazi y cambió su apoyo al bando aliado. Los historiadores creen que sus acciones pudieron acortar la guerra y salvado miles de vidas.
Tras el colapso del comunismo, los políticos temían que la influencia de Miguel impidiera sus primeras visitas tras décadas de exilio en Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. Finalmente volvió a Rumanía en 1992 y recuperó la carta de ciudadanía en 1997.
Con su muerte, la importancia de la familia real rumana probablemente se desvanezca, dado que sus hijos tienen poca relevancia pública. La princesa Margareta, su hija mayor, es la heredera de la corona.