Por Valerie Volcovici y Nichola Groom y Scott DiSavino
WASHINGTON/LOS ÁNGELES/NUEVA YORK (Reuters) - Cuando el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva la semana pasada para barrer las regulaciones sobre cambio climático de la era Obama, dijo que ésta acabaría con la "guerra contra el carbón" en Estados Unidos y llevaría a una nueva era de producción de energía en la que los trabajadores regresarían a las minas.
Pero los grandes consumidores de carbón en EEUU, las empresas de generación eléctrica, siguen sin estar convencidos.
Reuters encuestó a 32 empresas de electricidad con actividad en los 26 estados que demandaron a la administración del ex presidente Barack Obama para bloquear su plan de energía eléctrica limpia, precisamente el objetivo principal de la orden ejecutiva de Trump.
La mayoría de ellas no tienen planes de alterar sus proyectos multimillonarios de largo plazo para alejarse del carbón, lo que sugiere que la demanda de este combustible fósil seguirá cayendo pese a los esfuerzos de Trump.
Las eléctricas adujeron diversos motivos, principalmente económicos: el gas natural, principal competidor del carbón, es barato y abundante; los costes de la energía eólica y solar están cayendo, las leyes estatales en medioambiente siguen vigentes; y la vuelta atrás regulatoria de Trump podría no sobrevivir a los desafíos legales.
Entretanto, grandes inversores alineados con la lucha contra el cambio climático como el fondo soberano de Noruega han estado presionando a las eléctricas para que recorten el uso de carbón. "No voy a construir nuevas centrales de carbón en el entorno actual", dijo Ben Fowke, consejero delegado de Xcel Energy, que opera en ocho estados y utiliza carbón para alrededor del 36 por ciento de su producción eléctrica. "Y si no voy a construir nuevas, a la larga no habrá ninguna".
De las 32 compañías contactadas por Reuters, 20 dijeron que la orden de Trump no tendría impacto en sus planes de inversión, cinco dijeron que estaban revisando las implicaciones de la misma y seis no respondieron. Sólo una dijo que prolongaría la vida de algunas de sus centrales térmicas de carbón más viejas.
Basin Electric Power Cooperative, del estado de Dakota del Norte fue la única eléctrica, en identificar un impacto positivo inmediato para el futuro del carbón en la orden de Trump.
"Estamos en una situación en la que la orden ejecutiva quita mucha presión a las decisiones que teníamos que tomar a corto plazo, como la de decidir si modernizamos y retiramos las centrales de carbón más viejas", dijo Dale Niezwaag, portavoz de Basin Electric. "Aunque Trump podría gobernar sólo una legislatura, así que el alivio es breve".
La orden ejecutiva de Trump activa una revisión dirigida a matar el plan de energía eléctrica verde (Clean Power Plan). Esta ley de la era Obama requería que, para 2030, los estados redujesen en un 30 por ciento las emisiones de CO2 de las centrales eléctricas actuales con respecto a los niveles de 2005. La normativa fue diseñada como la principal estrategia de los esfuerzos de Estados Unidos para combatir el cambio climático global.
Sin incrementos en la demanda doméstica, la industria del carbón estadounidense dependería de los mercados de exportación para su crecimiento.
Los envíos de carbón estadounidense para uso siderúrgico, el que se emplea en la producción de acero, han resurgido recientemente en China después de una interrupción de dos años, en parte para compensar los envíos prohibidos de carbón de Corea del Norte y los retrasos temporales de los productores australianos afectados por el ciclón.
El carbón fue la principal fuente de combustible para las eléctricas estadounidenses durante el último siglo, pero desde 2008 su uso ha caído más de un tercio después de que los avances tecnológicos desbloqueasen nuevas reservas de gas natural.
Cientos de envejeciddas centrales térmicas de carbón se han cerrado o acondicionado. Gigantes de la minería de carbón como Peabody Energy (OTC:BTUUQ) Corp y Arch Coal han suspendido pagos y la producción el año pasado marcó su nivel más bajo desde 1978.
Pero el declive tiene visos de continuar porque las eléctricas esperan retirar o convertir más de 8.000 megawatios de centrales de carbón en 2017 tras cerrar casi 13.000 MW el año pasado, según datos de la Energy Information Administration de Estados Unidos y de Thomson Reuters.