Los políticos italianos cada vez dan más alertas de que se está gestionando un ataque al mercado de bonos de ese país. ¿En qué consistiría dicho ataque? La respuesta es bastante simple: los inversores ponen sus activos a la venta, lo que lleva a una caída de los precios y, por otro lado, a un alza de los rendimientos. El aumento de estos últimos incrementa a su vez los costes de financiación del Estado italiano, que es uno de los más endeudados del mundo.
Un análisis de los inversores que han reducido sus tenencias de bonos italianos en los últimos años ofrece datos interesantes de quién puede estar detrás de esos “ataques”. La deuda pública italiana financiada con bonos aumentó desde 1,18 billones a 1,9 billones de euros. De este incremento, los bancos centrales adquirieron 314.000 millones, mientras que las instituciones financieras domésticas se hicieron con 417.000 millones. Los inversores extranjeros sumaron otros 373.000 millones. Otros inversores italianos, entre los que se incluyen particulares y empresas, redujeron sus tenencias en 289.000 millones.
Parece que los propios ahorradores italianos, y no los inversores extranjeros, son quienes no confían en su propio Estado. Probablemente tengan buenas razones para ello, y que éstas no estén ligadas únicamente a la política. La diversificación del riesgo viene a la mente.