Análisis realizado al cierre del mercado estadounidense por Kathy Lien, directora general de Estrategia FX en BK Asset Management.
Nadie está comprando euros porque están preocupados por la situación política en Italia, la posibilidad de una recesión en Alemania, la perspectiva de una agresiva flexibilización del Banco Central Europeo y el continuo riesgo de los aranceles de Estados Unidos. El primer ministro italiano ha dimitido esta semana convirtiendo la crisis en un caos para la tercera economía de la eurozona. De todos los problemas del euro, la política italiana es la que menos impacto tiene sobre la divisa. Europa no es ajena a la incertidumbre política en Italia (acaban de celebrar elecciones en 2018 y quién puede olvidar los innumerables escándalos de Berlusconi) y esta crisis se avecinaba desde hace mucho tiempo. En lugar de aumentar, el rendimiento de los bonos italianos descendió porque los inversores esperan que el nuevo Gobierno sea más profesional. Las conversaciones han comenzado a formar ya una mayoría en el Parlamento, lo que podría allanar el camino hacia una transición tranquila para Matteo Salvini, quien todo apunta a que se convertirá en el nuevo primer ministro.
Por otro lado, la recesión es un grave riesgo para Alemania. Según el Bundesbank, el banco central de Alemania, es muy probable que el país caiga en una recesión técnica en el tercer trimestre. La semana pasada, predijeron que el PIB "podría seguir cayendo ligeramente". El crecimiento ha sido débil durante el último año, ya que el país registró crecimiento sólo en uno de los últimos cuatro trimestres. A diferencia de Italia, Alemania supone un grave problema para la eurozona. Como mayor economía de la región, su ralentización se notará en todo el continente. Aunque la semana pasada supimos que los PMI alemanes y de la eurozona han subido en agosto, el repunte de la actividad no impedirá que el Banco Central Europeo relaje su política monetaria. La producción industrial es débil, la confianza de los inversores es débil y hay muchas probabilidades de que el próximo índice de confianza empresarial de Alemania del Ifo también descienda. Las ventas de automóviles se han visto muy perjudicadas y los temores de más aranceles junto con un Brexit desordenado están aumentando. La semana pasada, los legisladores estadounidenses instaron a la Oficina del Representante Comercial a que se abstuviera de imponer nuevos aranceles sobre el aceite de oliva europeo. En noviembre, la Administración Trump decidirá si impone aranceles sobre los automóviles europeos. Teniendo en cuenta todos estos riesgos, el Banco Central Europeo no tendrá más remedio que relajar la política monetaria el mes que viene y podrían implementar un paquete de estímulos mayor de lo esperado. Este prospecto mantendrá el par EUR/USD bajo presión y allanará el camino hacia un movimiento por debajo de 1,1050.
Mientras tanto, la Reserva Federal está haciendo todo lo posible para restar importancia a la necesidad de una relajación. Según las actas del FOMC, la mayoría de los funcionarios de la Fed vieron el recorte de los tipos de julio como un ajuste a mitad de ciclo y no como el comienzo de un agresivo programa de relajación. Desde entonces, las declaraciones de los responsables de la política monetaria como Mester, Rosengren, George, Daly y Harker han sugerido que tal vez no apoyen otro recorte de los tipos. El lunes, Rosengren dijo que Estados Unidos atraviesa un buen momento ahora mismo y que no hay necesidad de tomar medidas si sus previsiones mantienen el rumbo correcto. Subrayó que la Fed no debería relajarse simplemente porque otros países se han visto debilitados. El martes, la presidenta de la Fed de San Francisco, Mary C. Daly, dijo que respaldó el recorte de julio, pero que cree que la situación del mercado laboral es robusta. La presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George, parece estar de acuerdo, y ha dicho esta mañana que no está lista para proporcionar una política monetaria más acomodaticia sin ver indicios de una ralentización. Al igual que Rosengren, describió la economía como muy bien encaminada. El presidente de la Fed de Filadelfia, Patrick Harker, admitió que apoyó a regañadientes el recorte de los tipos de julio y que cree que "debemos detenernos aquí un tiempo, ver cómo funcionan las cosas". Así que aunque el presidente Trump quiere que la Fed sea proactiva y ha aprovechado todas las oportunidades de presión esta semana, las autoridades estadounidenses no parecen estar muy de acuerdo. Si eso es cierto, quedaría muy lejos de las expectativas del mercado porque, según los futuros de los fondos de la Fed, los traders estiman que hay un 100% de probabilidades de un recorte el mes que viene. Ahora le toca a Jerome Powell aclarar las cosas, en su comparecencia a las 20:00 horas (CET) de este viernes y el tono de su discurso podría determinar el rumbo del dólar las próximas semanas.