Sin tener jamás la certeza de que algo efectivamente sucederá en los mercados, dado que es imposible saberlo, la recuperación de la libra esterlina es uno de los movimientos que, en opinión de quien suscribe, más claro aparece en el horizonte.
La salida de Reino Unido de la Unión Europea, refrendada días atrás por la líder Theresa May, no logró que el precio de la moneda británica caiga mucho más allá de 1,30, con lo cual, la libra tiene bastante para ganar y poco para perder en el corto y mediano plazo. Llegará a 1,50 pronto? claro que no, pero tampoco a 1,20.
El euro, en cambio, no tiene por delante un futuro muy venturoso. La crisis del Deutsche Bank (DE:DBKGn) no cede, y no hay muchos incentivos para que el precio del euro se mantenga en un limbo del que no parece poder salir. Ni Janet Yellen ni Mario Draghi mueven a una moneda que veíamos mucho más abajo de lo que está, a esta altura del año, aunque está mucho más abajo de lo que muchos la veían. Un digno empate de opiniones.
La semana avanza sin muchos atractivos desde lo fundamental, salvando lo que pasa en el primer banco de Alemania, y con el petróleo tratando de escalar lentamente, para superar la cota de 50 dólares y alejarse de ella. No le será fácil, aunque tampoco imposible: el recorte de la producción de crudo anunciado por la OPEP parece haber hecho mella en el precio, esta vez en forma algo más sustentable que otras veces.
El resto de las monedas líderes, sin muchos cambios, y sin motivos para cambiar. El Banco de Australia dejó los tipos de interés en el 1,5%, como estaba previsto, y hay festivo en China. Un buen día, entonces, para buscar oportunidades de corto plazo, que las habrá y muchas.