Madrid, 19 abr (.).- Los transportistas de mercancías, en el año de vigencia de las ayudas habilitadas por el Gobierno para renovar la flota, se han decantado "mayoritariamente" por la línea para el achatarramiento de vehículos, pero poco por la dedicada a la compra de camiones eléctricos nuevos.
Según ha informado este miércoles la Federación Nacional de Asociaciones de Transportistas de España (Fenadismer), se trata de una situación que "era de prever", ya que las otras líneas de ayudas para la compra de vehículos eléctricos o de hidrógeno "apenas ha tenido acogida, dada la escasa o nula oferta de este tipo de tecnologías".
Fenadismer recuerda en una nota de prensa que "ya ha transcurrido un año" desde que las comunidades autónomas pusieran en marcha el plan de ayudas aprobado por el Gobierno central para la renovación de la actual flota de transporte por carretera hacia vehículos menos contaminantes, dotada con un presupuesto trianual total de 400 millones de euros, al amparo de los fondos europeos Next (LON:NXT) Generation.
A tenor de la información que maneja la federación, gran parte de las comunidades autónomas "agotaron en pocos meses el presupuesto inicialmente adjudicado" para el achatarramiento, dado el "aluvión" de solicitudes presentadas por los transportistas.
Por el contrario, las líneas destinadas a la compra de vehículos nuevos han tenido una respuesta "mucho menor, casi en su mayoría por parte de grandes empresas", al dejar "incomprensiblemente fuera de las mismas la adquisición de camiones diésel nuevos de última generación, e incluso los propulsados por gas natural GNL o GNC (NYSE:GNC), aunque sí se pueden acogerse la compra de autobuses propulsados a gas".
En concreto, según los datos a los que ha accedido Fenadismer referidos a alguna comunidad autónoma, más del 81 % de las compras de vehículos nuevos acogidos a estas ayudas son acaparadas por las grandes empresas, frente a sólo el 12 % de autónomos y pequeñas empresas.
Por subsectores, el 67 % del presupuesto de las ayudas se ha destinado a la adquisición de autobuses (principalmente híbridos y eléctricos) frente al 32 % que ha supuesto la compra de camiones, a pesar de que la flota española de camiones es hasta seis veces superior a la de autobuses.