Por Lucinda Elliott
RÍO GALLEGOS, Argentina, 21 oct (Reuters) - Alicia Kirchner, una veterana de la dinastía política más poderosa de Argentina, recuerda con cariño su ayuda a la construcción de casas, escuelas y el primer hospital en Río Gallegos, una pequeña ciudad en el ventoso sur de Argentina.
La familia Kirchner, que incluye a dos de los últimos cuatro
presidentes en Argentina, han gobernado y dominado la política durante décadas en la helada provincia sureña de Santa Cruz, una región que han considerado su hogar y donde tienen propiedades, inversiones y hoteles.
Esa dinastía, el núcleo de izquierda del poderoso movimiento peronista, ahora está menguando con un fuerte cambio en la dinámica del poder político del país, con una nueva fuerza que ha ingresado bruscamente en escena de la mano de la figura del economista de extrema derecha Javier Milei.
Milei, que quiere derrotar con una "motosierra" al statu-quo político, es el favorito para salir primero en las elecciones generales del domingo después de obtener una sorprendente victoria en las elecciones primarias de agosto y la obtención de la mayor proporción de votos en Santa Cruz.
El economista libertario sacó ventaja de una ola de ira entre los votantes por la inflación, que podría alcanzar el 200% a finales de año, y una dolorosa crisis económica que ha dejado al 40% de la población en la pobreza. Muchos culpan a los recientes gobernantes del país.
"Milei es un producto del descontento", dijo Kirchner, de 77 años, la gobernadora saliente de Santa Cruz, a Reuters en una entrevista en su residencia oficial, no lejos del mausoleo de su difunto hermano y expresidente Néstor Kirchner (2003-2007).
"Lo que más me preocupa a mí es que no haya esperanza", agregó.
Su cuñada Cristina Fernández de Kirchner, presidenta del país desde 2007 a 2015, fue hasta hace poco la estrella indiscutida de la política argentina. Fernández de Kirchner eligió personalmente al actual presidente, Alberto Fernández, en 2019 y lo acompaña como su vicepresidenta.
Pero los vientos políticos están cambiando. Fernández de Kirchner, de 70 años, una figura divisiva que se ha enfrentado con los inversores pero es un ícono de la izquierda latinoamericana, está saliendo del foco de atención y por primera vez en décadas no se postula a ningún cargo público.
En Santa Cruz, Milei obtuvo el 29% de los votos en las primarias de agosto, muy por delante de la coalición peronista gobernante y de la candidata conservadora Patricia Bullrich. Los mismos peronistas han visto un poderoso cambio interno que se aleja de los Kirchner, respaldando al centrista ministro de Economía, Sergio Massa.
"ACÁ SOMOS TODOS POBRES"
Santa Cruz es ejemplo de la masiva agitación política en marcha en el país, que amenaza con hacer tambalear los mercados, impactar los vínculos de Argentina con socios comerciales como China y Brasil, y deshacer los avances progresistas en los derechos de las mujeres y el aborto, si Milei es electo.
Argentina, uno de los principales proveedores de soja y maíz al mundo, es el mayor deudor del Fondo Monetario Internacional
(FMI) con un programa de 44.000 millones de dólares. Ha estado atrayendo inversiones a sus enormes recursos de hidrocarburos no convencionales y de litio para baterías.
Pero años de malestar económico, deuda y crisis monetarias han perjudicado a economías locales como la de Santa Cruz, donde la pobreza se duplicó con creces desde 2018 al 40% actual y donde el Estado emplea a más de la mitad de la fuerza laboral, pero no logra que los salarios alcancen a la inflación.
"Acá somos todos pobres", dijo Brian Franco, de 23 años, un
chofer a tiempo parcial en la ciudad turística de El Calafate, donde trabaja transportando a los visitantes al famoso glaciar Perito Moreno cuando no se encuentra reparando lavarropas para llegar a fin de mes.
A la sombra de la cordillera de Los Andes, las huellas de la familia Kirchner se pueden ver alrededor de la ciudad turística, en una importante calle denominada en honor al expresidente Néstor Kirchner y en la campaña naranja del alcalde, que gobierna ininterrumpidamente desde 2007 y forma parte del kirchnerismo.
Pero ahora globos morados y banderas amarillas, el color de la campaña de Milei, adornan también algunas casas, según pudo ver Reuters en una caminata por la ciudad remota.
"La mitad (de los que conozco) van a votar a Milei", dijo Franco, en medio de un grupo de jóvenes reunidos frente a una barbería. Algunos habían caminado cuatro o cinco kilómetros para ir a cortarse el pelo el fin de semana. El transporte público local es casi inexistente, explicó.
Los lugareños y funcionarios dijeron que el poder adquisitivo de la gente ha colapsado. Mientras tanto, los precios de los materiales de construcción se han
disparado, perjudicando a las obras locales.
"No hay dinero circulando en las calles", explicó
el vicegobernador regional saliente, Eugenio Quiroga.
"Los sueldos solo cubren lo básico, entonces no pasan por los negocios locales, las tiendas", algo que perjudica, en última instancia, el apoyo público al gobierno.
La vicepresidenta Fernández de Kirchner enfrenta presuntas acusaciones de corrupción y lavado de dinero relacionadas con los hoteles que posee en El Calafate. El año pasado, en un caso de corrupción, fue sentenciada a seis años de cárcel, aunque enfrenta un largo proceso de apelaciones.
El arquitecto Walter Pieroni, en El Calafate, dijo que algunas de las propiedades ubicadas alrededor del principal centro comercial pueden pasar días sin agua por una mala planificación. También hay casas que están sin terminar dado que los propietarios no pueden pagar los materiales para construir en el terreno que una vez el Estado les entregó.
"Mi sueldo bajó la mitad desde agosto. Pasan semanas sin materiales llegando. Los proveedores no saben qué precio poner", explicó Pieroni. "Todos estamos cansados y por eso aceptan a Milei, aún por ser extremo".
"VOTO POR EL CAMBIO"
Al amanecer de una mañana de octubre, Guillermo Carnevale, de 58 años, enfrenta el viento patagónico y el frío de la mañana mientras abre su pequeña ferretería.
Carnevale, que perdió su trabajo dirigiendo una estación de gasolina local durante un largo aislamiento por el COVID-19, instaló la tienda donde vende clavos, tornillos y herramientas, que se ha convertido en un salvavidas para su familia.
Todavía tiene desafíos por el aumento de los precios de los insumos y la tasa de interés del 133%, que bloquea el acceso al crédito.
Hace cuatro años apóyó con su voto al peronista Fernández en las elecciones presidenciales, y en 2015 al conservador Mauricio Macri. Pero ahora es un converso a Milei e incluso competirá el domingo como candidato a la alcaldía de Río Gallegos.
"No había tanto trabajo en ese momento, nos poníamos a charlar y protestar sobre la situación económica y con gente y clientes formamos la base para el partido libertario", sostuvo.
Más allá del duro impacto económico, el verdadero punto de inflexión vino de su hijo, explicó, quien le dijo que quería emigrar a España o Alemania para encontrar una vida mejor.
"Entonces yo le dije, arreglemos este país", relató.
En Santa Cruz, una provincia de unos 333.000 habitantes, el papel del clan Kirchner fue arreglar las cosas desde su lugar de gobernadores y senadores de la provincia, ayudando a convertirla en una atracción turística.
Los Kirchner fueron vitales para impulsar el negocio del chocolate de la década de 1960 de la familia de Ana Guerrero.
"El aeropuerto fue la bisagra para nosotros. Vinieron los grandes hoteles, las inversiones, todo, y con eso más clientes", dijo Guerrero.
Pero desde principios de este año, la falta de divisas del banco central para financiar importaciones y los controles de capitales que hacen el comercio más complejo ha afectado su suministro de cacao. Ahora lleva semanas sin el ingrediente clave para su negocio.
"Mi proveedor en Buenos Aires empezó a mandar notificaciones en enero sobre retrasos con nuestros productos", dijo Guerrero
a Reuters en su fábrica mientras miraba su teléfono celular. "Llegó un momento en que no puedo planificar mes a mes".
Bajo los Kirchner se construyó un aeropuerto local y un hospital. Se abrieron caminos pavimentados para visitar los glaciares y se construyeron terrenos que fueron repartidos entre los lugareños. En menos de 30 años la población
aumentó de menos de 7.000 a 30.000 este año.
"Crearon un modelo que no funciona y ahora nuestros hijos no tienen futuro", dijo Danny Feldman, un empresario que vive en El Calafate desde 1987.
"Yo voy a votar para el cambio".
(Reporte de Lucinda Elliott, traducido por Eliana Raszewski; Editado por Lucila Sigal)