Estos últimos meses se está hablando mucho de la inflación y observo que una parte de los inversores no son conscientes de la peligrosidad de lo que conlleva unas tasas muy elevadas de este dato macroeconómico. Los bancos centrales han estado comunicando de que esto sería transitorio, pero como sigue siendo habitual, los mensajes que recibimos de estas instituciones son siempre “edulcorados” para no crear pánico entre los inversores.
Y es que, si bien, estoy de acuerdo que imprimir billetes puntualmente y bajo determinadas premisas es positivo para la economía y la sociedad, hacerlo en exceso, conlleva grandes problemas.
Para ser conscientes del peligro de la impresión de billetes, la historia contemporánea nos depara tres grandes ejemplos sucedidos en Alemania y en Irak:
En 1923, después de la I Guerra Mundial, Alemania se puso a imprimir billetes para pagar la deuda contraída con los países y reconstruir Alemania. En el peor momento inflacionario, en octubre del 1923, los precios se duplicaban cada 3 días y 17 horas. Los trabajadores iban con maletas y carretillas a recoger su salario. Salario, este, que se llegaba a pagar hasta 3 veces al día. En algún caso, los billetes se utilizaban para empapelar las paredes de las casas o utilizarlos como combustible en sus hogueras y chimeneas en vez de utilizar leña o madera. Pues bien, en esta situación social, se cuenta que uno de estos trabajadores, dejó la maleta durante unos minutos en la calle mientras entraba en una tienda a realizar unas compras. Cuando salió, se dio cuenta que le habían robado la maleta, pero no los billetes de su salario. Es decir, el valor de la maleta era muy superior al valor de los billetes.
Otro ejemplo ocurre con Adolf Hitler. Se dice que el Führer tenía en el cajón un plan B para derribar Gran Bretaña durante la II Guerra Mundial. Consistía en copiar de forma exacta millones y millones y millones de billetes de libras esterlinas y posteriormente tirarlas desde aviones en el espacio aéreo de Gran Bretaña, tal como su hubiera sido una lluvia de billetes inundando el país de esta moneda. Eso, ocasionaría una hiperinflación en el país y su consecuente empobrecimiento.
Y, por último, tenemos otro ejemplo, pero de signo contrario a los dos anteriores. El día que el ejército de EE. UU derribó la Fábrica de La Moneda y Timbre de Bagdad, en la Guerra de Irak, las bolsas subieron sustancialmente.
Estamos en un momento delicado. Estos últimos años hemos sido unos adictos a la impresora y tarde o temprano vamos a tener que pagar por este exceso de masa monetaria a nivel mundial y el inversor debe estar preparado con diferentes estrategias, para, al menos, no perder poder adquisitivo.
Y, por último, quero acabar con una de esas incongruencias que te hacen sacar de quicio. Este pasado mes de diciembre los trabajadores de las oficinas del Banco Central Europeo ya pidieron un aumento de sueldo porque habían comprobado que su salario estaba perdiendo poder de compra debido al incremento de los precios. Qué paradoja, ¿no?
¡Qué tengan buenas inversiones!