¿Qué es lo que une a Amancio Ortega, Bill Gates y Warren Buffett? La respuesta obvia: son tres de las personas más ricas del mundo. Todos ellos cuentan con una gran fortuna que han labrado de distintas formas, emprendiendo los dos primeros e invirtiendo el tercero.
Más allá de sus millones, los tres tienen una actitud hacia el dinero diferente a la del común de las personas. Y no es solo porque sean milmillonarios. En realidad, hay ciertos hábitos que la gente con mucha libertad financiera comparte y que incluyen en cómo gestionan su capital. Son los siguientes:
1. Viven dentro de sus posibilidades
Las personas con mucha libertad financiera siempre gastan menos de lo que ingresan sin importar cuánto ganen. De hecho, esa es su principal regla de oro y la siguen tanto quienes tienen millones en la cuenta, como quienes ganan un salario de seis cifras o quienes cobran el salario medio.
Vivir dentro de sus posibilidades es el denominador común de quienes tienen libertad financiera. Sólo a partir de ahí es posible ahorrar y generar riqueza.
2. No se endeudan si no es para generar valor
Vivimos en la época de la financiación barata. Endeudarse es casi más fácil que no hacerlo hoy en día. Sin embargo, las personas con mucha libertad financiera tienen claro el peligro de endeudarse, sobre todo si es para consumo.
Al mismo tiempo, estas personas también son conscientes de que la deuda puede ser una gran herramienta bien encauzada, siempre que se use para propósitos adecuados. La traducción práctica es que un millonario no pedirá un préstamo para irse de vacaciones o comprarse un coche, es decir, para consumir y pagarse un capricho. Por el contrario, sí lo hará para invertir, emprender o comprar una casa que le sirva para generar ingresos ahora o en el futuro.
De forma resumida, las personas con libertad financiera se endeudan para comprar activos, no para financiar su ocio.
3. Conocen el valor real del dinero
Una de las mayores diferencias de las personas con dinero es su actitud hacia él. Perciben el dinero y su valor real de forma distinta, no como un fin en su mismo, sino como un medio o una herramienta.
También saben lo que cuesta ganarlo y lo fácil que es perderlo. A modo de ejemplo, Sam Walton, fundador de Walmart Inc (NYSE:WMT), nunca se compró una avioneta nueva pese a ser un gran apasionado. La razón es que no le convencía la relación valor-precio en las avionetas nuevas, pero sí en las de segunda mano.
4. Piensan, pero también actúan
“El movimiento se demuestra andando”, suscribía el filósofo griego Diógenes. Las personas con libertad financiera lo tienen claro y por eso primero se informan, pero después pasan a la acción.
Por eso mismo todas las personas con mucho dinero invierten sus ahorros de una u otra forma. No se quedan esperando a que llegue el momento idóneo para invertir, algo que sí es común en el ahorrador medio. Valoran el nivel de riesgo que quieren tomar y lo asumen como parte del juego o camino hacia la libertad financiera.
5. Saben cuáles son sus objetivos
Las personas con dinero tienen claros cuáles son sus objetivos vitales y alinean su gasto y sus acciones en torno a ellos. Como son capaces de fijarse metas, parecen mucho más decididos y también tienden a tener más éxito en su camino para conseguirlas.
Uno de sus trucos es que, en lugar de contar con muchas metas, el 80% de los millonarios centran sus esfuerzos en un único objetivo.
6. Piensan a largo plazo
Uno de los errores con el dinero más repetido por los españoles es centrarse en el corto plazo, tanto en el ahorro como en la inversión. Es decir, ahorrar para las vacaciones de este año o invertir queriendo recuperar el dinero en 12 meses.
Las personas con mucha libertad financiera son capaces de ver la imagen completa. En lugar de buscar la gratificación inmediata, saben que muchas veces el premio será mayor a largo plazo y tienen la paciencia necesaria para saber esperar. A esto ayuda el punto anterior: como tienen claro su objetivo, son capaces de enfocar sus esfuerzos hacia él, aunque lleve algo más de tiempo.
Esto es algo que todos podríamos hacer, pero que rara vez hacemos. Un buen ejemplo es la hipoteca. Al firmar el 90% de las personas se fijará en la cuota que va a pagar al mes: nadie quiere llegar al final de mes con el agua al cuello. Esto hace que se firmen hipotecas a más de 30 años y, como consecuencia, se terminen pagando muchos más intereses por la casa. De hecho, a plazos tan largos y dependiendo del interés del préstamo, se puede pagar hasta el doble por la vivienda.
Por último, hay dos cosas más que las personas con libertad financiera hacen: nunca dejan de formarse y buscan asesoramiento cuando necesitan.