Si nos fijamos en cómo han evolucionado las bolsas de valores en los últimos once años, podemos observar divergencias interesantes entre Estados Unidos y el resto del mundo.
En marzo de 2009, el mercado bursátil tocó fondo tras la crisis financiera. Desde entonces, los precios de las acciones se han recuperado; pese a las subidas y las bajadas, la tendencia general ha sido consistentemente alcista. Los mercados alcistas también reciben el nombre de «bull markets», por lo que este «toro» celebró su décimo cumpleaños en 2019, una edad considerable en términos históricos.
En este tiempo se ha producido una divergencia notable, como recoge nuestro Gráfico de la Semana. Desde principios de 2008, es decir, antes de la crisis financiera, las acciones estadounidenses no solo se han recuperado tras perder más del 50% de su valor, sino que las cotizaciones se han duplicado. Por el contrario, las acciones no estadounidenses siguen cotizando (en dólares) por debajo de los niveles de enero de 2008. Thomas Bucher, Equity Strategist en DWS (DE:DWSG), atribuye esta discrepancia al hecho de que los beneficios de las empresas estadounidenses han crecido de forma mucho más robusta, entre otros motivos por la importancia que tiene la creación de valor para los accionistas al otro lado del charco. La composición sectorial también ha beneficiado al mercado estadounidense. El sector servicios y, sobre todo, las empresas más centradas en tecnología digital tienen una mayor presencia en los índices estadounidenses que en los europeos, por ejemplo.
¿Quiere esto decir que los inversores en renta variable europea llevan diez años sin ganar nada? Por supuesto que no. Hay que tener en cuenta que los datos de nuestro Gráfico de la Semana están en dólares. Las cosas se ven de forma muy diferente desde la perspectiva de un inversor europeo. Desde principios de 2008, el dólar se ha apreciado frente al euro en más de un 30% por lo que, calculado en euros, las acciones no estadounidenses han avanzado un 30%. Además, el análisis no incluye los dividendos que en Europa, por ejemplo, suelen ser más generosos que en Estados Unidos. Por el contrario, las empresas estadounidenses tienden a distribuir más dinero entre sus accionistas mediante la recompra de acciones, un factor que sí se refleja en las cotizaciones, a diferencia de los dividendos.