En la primera página del Financial Times del miércoles de la semana pasada había un artículo interesante sobre China. El primer párrafo "uno de los mayores auditores chinos ha avisado que la deuda del gobierno local está "fuera de control" y podría provocar una crisis financiera mayor que la del mercado inmobiliario en Estados Unidos" parece muy chocante al principio. Sin embargo, es algo que llevamos avisando un tiempo. ¿Se pondrán los mercados a la altura finalmente?
Zhang Ke, un representante de alto nivel de la mayor empresa de contabilidad China dijo que su empresa dejó de firmar ventas de bonos por gobiernos locales a medida que vio que muchos de estas emisiones como muy arriesgadas, y también vio como insostenibles las finanzas de muchos gobiernos locales.
El tema no es nuevo, y de hecho plantea un alto riesgo no solo en el crecimiento de China, si no también a la economía global y a los mercados financieros. Hemos señalado un estado insostenible inmobiliario en China, que representa ahora el 14% del GDP, en muchas ocasiones. Sin embargo, esta zona de la economía no es el único problema ya que las inversiones se estiman en el 50% del GDP total. Una parte importante de estos números proviene de las autoridades locales, patrocinadores mayoritarios de proyectos de infraestructuras. Los gobiernos locales pueden apoyar estas inversiones gracias a la venta de tierras a los desarrolladores, y ahora, y cada vez más, gracias a la financiación de deuda a través del SPV.
Mientras que el texto menciona un problema de aumento del endeudamiento entre los gobiernos locales, el problema es más complejo y aterrador. Parece ser que tan pronto como los ingresos de la venta de tierras disminuyen significantemente, los gobiernos locales pueden tener un problema con el servicio de la deuda. Ventas de tierras más bajos reflejarán de forma probable un mercado residencial más débil. Consecuentemente, la economía sufrirá un triple golpe. Primero, los desarrolladores reducirán las inversiones en el mercado inmobiliario. Segundo, los gobiernos locales tendrán que cancelar inversiones en infraestructuras. Como resultado, las actividades que representan una tercera parte de la economía se verán seriamente afectadas. Es más, las malas deudas se amontonarán de forma que limitarán el crédito para otras actividades y probablemente pidiendo una intervención masiva de Pekín para rescatar a los gobiernos locales y posiblemente también a los bancos. Es difícil cuantificar un impacto en la economía por adelantado, pero una disminución del GDP no sería una gran sorpresa.
El problema con la burbuja China es que la sincronización (como es normal en casos de burbujas) es difícil de predecir, y por tanto es difícil incorporar este factor en las previsiones. Así que nos deja la opción de tratarlo como un aspecto negativo. Uno enorme.
Przemysław Kwiecień