Una de las consecuencias de la crisis financiera global es la pérdida de credibilidad de muchos agentes políticos, económicos y financieros. Recordemos, por ejemplo, el Informe Grayling que señala que el 76% de los ciudadanos no confían en las entidades financieras. Entre las causas que explican este fenómeno estaría la percepción de que las malas prácticas de muchos bancos han causado la crisis y el posterior empobrecimiento de capas importantes de la población.