La tercera reunión de política monetaria del año del Banco Central Europeo (BCE) encuentra al euro transitando, desde mediados de marzo, una estrecha franja de precios. En parte, se puede atribuir esta cierta pausa que se ha tomado la divisa única a las definiciones que ofreció el BCE en sus reuniones pasadas, cuando estableció nuevos recortes de tipos de interés y amplió el plan de estímulo a la economía en 20.000 millones de euros adicionales por mes.
Pero, evidentemente, lo que está influyendo de forma decisiva para que el euro no se desplome, es la duda que aún persiste en los mercados respecto al petróleo. Pese a la recuperación del mismo, luego de que el 11 de febrero alcanzara los 26 dólares por barril, le está costando superar claramente los 40 dólares. Y en vista de que no habrá muchos cambios en la producción, lo cual a su vez presionará a la baja a su precio, el euro y el yen aparecen como activos de refugio, al margen de cuestiones de política monetaria de sus respectivos bancos centrales.
De este modo, lo que se puede esperar en la reunión del jueves es que el presidente Draghi, en su habitual conferencia de prensa posterior a los anuncios, trate de calmar expectativas alcistas del euro. Al BCE no le gustará ver a su moneda superando 1,1500, cuando sus esfuerzos van en dirección contraria.
Eso sí, a Draghi no le quedan tantas armas como antes. Los sucesivos recortes de tipos de interés, los planes de estímulo, la ampliación del mismo, son medidas que ha tomado sin mucho éxito aparente. De allí es que si bien queda descartado que haya nuevas bajas de tasas, Draghi debería dar alguna definición un poco más clara respecto a los pasos a seguir.
Hay que recordar, al margen de los dichos de Draghi, que no fue una frase suya, sino una respuesta a una pregunta de la prensa, lo que generó el último movimiento alcista significativo del euro, desde 1,0820. Y también conviene tomar nota de los antecedentes más cercanos: desde la reunión de principio de diciembre, cada vez que Draghi habla el euro crece en más de 4 céntimos ante el dólar, algo que no parece estar en el ánimo del funcionario.
Lo que se puede esperar para el jueves es un movimiento fuerte, poco previsible, como es habitual, pero no decisivo para los próximos tiempos. Solo la superación de 1,1700 pondría al euro en la órbita de 1,2200, pero parece demasiado para una moneda que fluye en los mercados a razón de 80.000 millones mensuales. En cambio, la perforación de 1,1000 sí podría abrir las puertas a una baja importante para el mes próximo.