El final de mes comienza el día 20 y la tierra se traga a los coches

El lunes pasado enfilaba el último tramo que me lleva a la Clínica de Rehabilitación. Justo en el nudo del madrileño Hospital de La Paz, donde confluyen los que entran al recinto (ambulancias, pacientes acompañados por familiares, empleados, mercaderías y demás), los estudiantes que van a la Facultad anexa y los ciudadanos que entran desde el barrio de Fuencarral y desde La Castellana, los semáforos se quedaron ciegos. No funcionaban. Eran las 8 y media de la mañana. Algo me detuvo. Una sensación de vacío. Estuve cinco minutos repasando la situación. No escuche ni un pitido. En ese intervalo de tiempo (reparen la hora, una hora que antes llamábamos hora punta; reparen el sitio) no hubo atascos en ningún sentido. Las horas punta han desaparecido y a los coches se los ha tragado la tierra. Ya en la Clínica comenté el asunto. Yolanda, la fisio, fue concluyente: "La Crisis ha terminado con los atascos. Vivo a 10 minutos de aquí, en Las Tablas. Hasta hace dos años tardaba media hora en venir, porque los atascos eran horribles, precisamente en ese nudo. Ahora llego con rapidez, salvo que haya algún accidente que provoque tráfico más lento. Además, la secuencia del tráfico es claramente indicativa de lo que sucede, con más circulación en la primera semana (primera semana) del mes y caída a plomo y de manera progresiva las tres semanas siguientes...".

A veces, cuando tengo algún hueco, me acerco a Mercadona, el que está situado en el barrio de Fuencarral. El lunes pasado, el día 20, todas las cajas estaban vacías y las cajeras de brazos cruzados.

-"¿Qué pasa hoy?", pregunté.

-"Que es final de mes", me respondió amable la cajera.

-"Pero si estamos a día 20", increpé.

-"Ya, pero a partir de hoy se nota mucho la crisis. La afluencia de gente es menor", me responde sin inmutarse.

-"¿Y la gente sigue comprando como antes?", vuelvo a preguntar.

-Para nada. Ya no hay carros llenos de compra. Ahora sólo verá usted esas cestas rojas que se llevan en la mano", me contesta risueña.

Ese mismo día, ya de vuelta al despacho, hago varias llamadas a otros tantos operadores de Bolsa. Hablo mientras camino.

-"Ni una orden. Ni nacional ni extranjera. Pero esto no es nuevo. En las últimas semanas hemos advertido una caída notable de la actividad, que ya era muy baja", me dicen desde un banco.

-"La gente sigue con la mosca detrás de la oreja. Nadie se fía", añaden desde una sociedad de valores.

-"La pérdida de confianza en el Sistema es total", recalca uno de los grandes operadores del mercado español.

Advierto, de nuevo, un abatimiento general. Ya lo he comprobado en los últimos meses en la NIII, antes abarrotada de coches y de camiones, una auténtica trampa. Ahora se ven algunas furgonetas, al modo de las de Pepe Gotera y Otilio. Apenas hay camiones y los coches, en su gran mayoría de segunda mano, circulan con mucha fluidez.

Siento, en fin, cómo unos y otros van tirando la toalla ¿Esperando qué? Días después encuentro algunas, sólo algunas, respuestas:

Casi 19.000 parados se presentan para 11 plazas de bedel en El Prado

El Tribunal de Cuentas detecta que muchos empleos del Plan E duraron un solo día