Decir eso de tanto fue el cántaro a la fuente, que se acabó rompiendo se nos queda corto. Llevamos más de dos semanas en una situación que nos empieza a resulta tan conocida, que ya parece de la familia. Y al igual que lo decimos para nuestro índice, la foto se repite en los principales selectivos europeos. Eso sí, con diferentes implicaciones, ya que así como el IBEX lleva todo este tiempo coqueteando peligrosamente con su soporte, lo que le sucede al DAX, CAC o al EUROSTOXX, es que lo hacen con sus respectivas resistencias. Vamos, que nosotros estamos bailando con las más fea, aunque el resultado pueda ser el mismo: irnos abajo. Y todo ello contrasta con las espectacular salud que presenta en este momento la bolsa americana, que tras estar todo el verano constipada, el "Efecto Trump" le ha devuelvo la vitalidad, como si empezara la fiesta de nuevo para ellos. No sé si el pintoresco futuro presidente de los Estados Unidos, llevará al país a ser el "más grande otra vez", pero los inversores se lo han creído.
Y la pregunta es, ¿qué implica bailar con la más fea? Pues como hemos comentado en análisis anteriores, supondría romper los 8.550 para irnos a visitar los 8.230 con una alta probabilidad. El riesgo de tener este escenario aumenta proporcionalmente a mayor número de días que permanecemos en esa situación. También es cierto que está quedando claro que es un nivel de gran fortaleza, porque esta sujetando al selectivo a las mil maravillas, también ayudado por la media móvil de 200 sesiones, pero eso lo convierte aún en más peligroso e inflamable, ya que la caída podría ser más dura y sanguinolenta. En definitiva, el fin de año se va acercando poco a poco y en los 8.550 vamos a tener el punto de inflexión que permita, o no, cerrar el año en búsqueda de otra pareja de baile, de compañía más agradable, ubicada por encima de los 9.250 puntos.