Conmocionó al mundo el atentado terrorista del martes pasado en Bruselas y todos los mercados fueron seriamente afectados por ello. En el internacional de divisas el euro cayó ese día hasta un mínimo de 1,1150 dólares, perdiendo unos 70 pips, pero horas después se recuperaba levemente y quedaba cotizando en la figura de 1,12. La moneda única había cotizado el 2 de marzo 1,0820, su mínimo del año, y el jueves 17 un máximo de 1,1310, cuando la Fed informó que dejaba sus tasas sin cambios.
En ese período de mucha volatilidad, el BCE publicó en su boletín económico de marzo que el horizonte de inflación puede extenderse a mediano plazo pero no indefinidamente. “Se prevé que la recuperación económica gane más fuerza pero los acontecimientos mundiales están pesando sobre las perspectivas a corto plazo” añadió, pero luego destacó que el crecimiento económico de la eurozona podría acelerarse durante los próximos años, aunque la débil demanda externa y la ralentización en los mercados emergentes afectarían la recuperación.
Mientras, del otro lado del Atlántico algunos miembros de la Fed se han mostrado recientemente a favor de subir pronto las tasas de interés, hecho que hará más atractivas las inversiones en dólares e impulsaría el valor de la divisa estadounidense.
Sin embargo, algunos analistas afirman que es muy improbable ver una subida de tasas en la próxima reunión del FOMC, si se tiene en cuenta especialmente la resiente y sorprendente declaración de fuerte tono conservador de la Fed. Esta ahora se muestra muy expectante, porque los datos económicos y los mercados financieros no están ayudando a que se produzcan en el corto plazo los hechos positivos esperados para decidir al respecto. Al cierre del viernes en New York el euro valía a USD 1,1166.
Panorama argentino: el valore del peso deberá disociarse de la inflación
Un hecho positivo ocurrido la semana pasada fue, sin dudas, las importantes aclaraciones hechas desde la conducción del BCRA sobre la política cambiaria vigente desde la asunción del nuevo Gobierno. Federico Sturzenegger dejó bien en claro que se pretende que el tipo de cambio muestre volatilidad, a mediano y largo plazo, como resultado del libre juego de la oferta y la demanda. Y así se podría lograr que ese movimiento, al convertirse en algo habitual, como realmente ocurre en el mundo globalizado, pueda disociar la variación de los precios domésticos respecto de la evolución del tipo de cambio del peso/dólar.
Lograr esto significará que la inflación pueda comenzar un esperado descenso en el menor plazo posible. Al respecto, en un reciente documento, el ente monetario afirma que "La flotación implica que el peso argentino podrá apreciarse o depreciarse frente a otras monedas según las circunstancias, dentro de una trayectoria compatible con una inflación en descenso". Y en lo que respecta específicamente a la política cambiaria, destaca que el sistema deberá lograr "un necesario grado de flexibilidad para afrontar shocks originados en contextos adversos, aunque reservándose la posibilidad de evitar, con instrumentos monetarios, una volatilidad excesiva".
Pero también Sturzenegger despejó las dudas afirmando que su política tendrá como principal instrumento "la tasa de interés, procurando ubicarla en un nivel que logre rápidamente una desinflación de precios". Además, ratificó que "El uso de la tasa de interés como herramienta principal de política monetaria es la práctica habitual en países con metas de inflación, régimen hacia el que esta autoridad monetaria está transitando". Y finalmente el BCRA sorprendió cuando en un comunicado oficial precisó que "contra las presunciones del mercado, sólo empezará a bajar las tasas de interés cuando vea que la inflación dé señales de que se desacelera con fuerza".
Mientras, en el MULC argentino, aumentó la volatilidad del tipo de cambio dólar/peso durante los tres días hábiles de la semana pasada, previos a los feriados de la Semana Santa. Y ello ocurrió el martes, cuando se supo que el BCRA había resuelto mantener las tasas de interés de las LEBACs en un máximo del 38% anual.
Consecuentemente ese día, desde temprano, una fuerte presencia de vendedores de dólares llevó al valor del peso hasta marcar un mínimo de $ 14,12, pero quedando al cierre en $ 14,39, con un movimiento entre puntas del 1,9%. Resultó evidente, entonces, la importancia que tuvo la decisión del ente monetario de definir con claridad cómo será su política monetaria, similar a la que rige en los países civilizados del mundo. Así, el mercado pudo vivir una experiencia de la libertad cambiaria, con un tipo de cambio que se movió 2,7% en tres días y todo lo bueno y malo que ello implica.
Las dudas ahora surgen por la posibilidad de que próximamente aumente considerablemente la oferta de dólares por parte de los grandes exportadores de cereales y productos oleaginosos, que ya están cosechando los granos gruesos. Al respecto, y para evitar que el BCRA deba salir a comprar dólares, con el costo que ello supone, trascendió que se estaría estudiando la posibilidad de acelerar el cronograma para que los importadores puedan finalizar el pago de sus deudas con los proveedores del exterior, se acelerarían las autorizaciones para que las empresas multinacionales puedan girar sus utilidades al exterior y, asimismo, también habría otras alternativas.
Por otra parte hay que tener en cuenta que la reciente visita del presidente Barack Obama ya ha promovido anuncios de inversiones productivas en el país para los próximos cuatro años que superarán los USD 13.000 millones, esperándose ahora las últimas novedades sobre el pago a los holdouts. El miércoles pasado el Banco Nación fijó su cierre vendedor de transferencia en $ 14,50, mostrando una apreciación semanal del peso del 1,8% y las reservas del BCRA sumaron USD 24.876, según datos provisorios, con una suba en la semana de USD 681 millones, que incluye 996 millones de dólares en concepto de un depósito en moneda extranjera de YPF (BA:YPFD).