El primer y principal error que a lo largo de mi trayectoria he detectado es que “Las emociones suelen dominar las decisiones financieras de las personas” y las contaminan de irracionalidad.
Sobre todo en los momentos clave. Invertir se convierte en un puro comportamiento emocional. Además, resulta que la mente humana está programada para sobrevivir. Es nuestra herencia genética, y ello hace que nuestros pensamientos, nuestros impulsos, se ajusten a las tesis dominantes del momento.
Cuando todo baja hay que vender, “tonto el último”, “sálvese quien pueda”, o cuando todo sube hay que comprar, hay “que subirse al tren para no perderlo” “me lo estoy perdiendo”. Es el llamado “efecto manada” que tan útil fue a nuestros antepasados para sobrevivir y tan letal es en los mercados financieros.
Las principales emociones que nos perjudican económicamente suelen ser: La impaciencia, el orgullo o exceso de confianza y la codicia ingenua, a los que dedicaré, por su importancia, los próximos vídeos.