En la última década, los intereses negativos se iban acercando más y más. En el Viejo Continente ya son una realidad. Países como Suiza, Dinamarca, Suecia o Japón, tienen esta práctica como algo que ya se ha asentado en la realidad de las vidas de los individuos.
Desde el BCE y sus políticas expansivas como herramientas frente al débil crecimiento han propiciado que este fenómeno sea algo "normal". Episodios recientes en los que Donald Trump ha presionado públicamente a Jerome Powell y a la Fed para contribuir a la bajada de tipos, también nos hacen pensar que esta situación se puede estar trasladando (en un futuro) a Estados Unidos.
Pero, vayamos al origen del concepto de la repercusión práctica de los tipos de interés con un símbolo negativo. Simplificando, el interés es el precio del dinero que se dispone a pagar una de las partes por tenerlo durante un tiempo determinado, ¿cierto?
Se pacta un porcentaje en función del riesgo de la operación, la cantidad, la situación, etc., y la parte deudora al acabar deberá devolver el principal al acreedor más los intereses fijados por dicho porcentaje.
Entonces, los tipos de interés que se van fijando y que los bancos centrales van lanzando sirven de instrumento de referencia a bancos comerciales y demás entidades ya que ellos utilizarán dicho "precio del dinero" para aplicar sus políticas monetarias en función de la necesidad que tengan para relajar o presionar la economía de la región.
Dicho esto, y, si mis cuentas no me fallan, con un préstamo a un tipo de interés negativo, al final del ejercicio, ¿resulta que voy a tener menos cantidad de dinero que al principio de la operación? ¿Es acaso una medida sistemática de atomización contra la capacidad de ahorro y el capital? ¿Hemos eliminado el factor tiempo en esta ecuación? O, aún mejor: ¿la parte deudora indirectamente está aplazando su deuda?
Podríamos estar hablando de una especie de espiral inflacionista en la que tenemos una economía hueca por dentro, que desde fuera el crédito masivo genera una imagen de prosperidad, bonanza y jolgorio; pero sin embargo, es una apariencia totalmente contraria.
Posiblemente estemos entrando en una de las últimas etapas del ciclo económico utilizando dinero fiduciario. Alinearse con el hecho de buscar alternativas, tales como el dinero duro u otros activos que preserven el valor de lo que se tiene en el tiempo, se plantea como una opción para finalmente poder mantener y luchar por la libertad del individuo.