La respuesta podría ser que sí, pero sólo en el caso de que las bolsas estuvieran baratas.
Pero qué sentido tiene que las bolsas (siempre hablamos de las americanas, que son las que marcan la tendencia a las demás), estén baratas después de haberse reducido el desempleo en EE.UU. de casi el 10%, hasta la mínima cifra actual.
El mercado ya cotiza los enormes beneficios que obtienen sus corporaciones fruto de haberse recuperado la economía americana durante todos estos años (hicieron bien los deberes tras el colapso inmobiliario y financiero), beneficios aumentados por las rebajas de impuestos, por los enanos costes financieros y unos sorprendentes bajos costes laborales.
Y sobre esos hormonados beneficios, el mercado proyecta un generoso multiplicador.
Puede que la actividad económica se acelere, puede que el comercio mundial mejore, que los tipos bajen…aún más, o que los bancos centrales impriman más billetes, puede que el mercado acepte con naturalidad que el multiplicador se expanda. Son muchos; puede.
El año se presenta, como de costumbre, como un enorme rompecabezas que hay que construir con paciencia, ortodoxia y flexibilidad para entender los cambios que han sucedido y los que puedan venir.
Les deseo una Feliz Navidad en compañía de sus seres queridos.