"¿Cree usted en el rally de Santa Claus? Le recomendamos que no sea escéptico, porque hay creencias capaces de derribar murallas, como ésta. Todos los años sucede lo mismo cuando se acerca el final del ejercicio. Cualquier argumento es válido para sacarle brillo a las cuentas de resultados. Todo vale, incluso la mentira. Por ejemplo, la de la liquidez abundante, liquidez a raudales. Liquidez, liquidez, mucha liquidez...es lo que cantan los mariachis de la Bolsa, que ya han olvidado que Grecia puede plantear una quita del 70% en cualquier momento, que EE.UU. con o sin el abismo fiscal tiene una deuda impagable, que la economía global no tira, que crece el desempleo. Olvidar lo peor y venerar el becerro de oro. Es decir, lo de siempre. Con tipos de interés a 0 en Estados Unidos y en Japón y con tendencia a una fuerte baja en la zona euro (el mercado pide y especula con un nuevo y fuerte recorte de tipos más pronto que tarde por parte del BCE), unos y otros hablan de la Trampa de la Liquidez, como si el mercado no tuviera ya trampas suficientes para cazar elefantes. Es un término, no obstante, al que tenemos que acostumbrarnos, porque la Trampa de la Liquidez es ahora más Trampa que nunca. Así lo confirma el devenir del tiempo. He encontrado en el El Manual Básico de La Economía de Mercado lo siguiente: Keynes afirmaba que las decisiones de ahorro y las decisiones de inversión son totalmente independientes y no existe ninguna fuerza que tienda a igualarlas. La idea monetarista es que el tipo de interés es esa fuerza. Si el tipo de interés es bajo los inversores demandarán más dinero; si el tipo de interés es alto, los ahorradores se sentirán estimulados", me dice un viejo lobo de mar de la Bolsa española.
“Keynes negó el funcionamiento de ese mecanismo, en situaciones de depresión económica argumentando que en esas circunstancias la sociedad caía en la trampa de la liquidez: cuando el tipo de interés es muy bajo, la curva de demanda de dinero se hace muy elástica, casi horizontal. En esa zona, sucesivos desplazamientos hacia la derecha de la oferta monetaria no provocan sensibles variaciones en los tipos de interés…”
“Antes de Keynes, como se consideraba que los presupuestos debían ser equilibrados, el único instrumento de que disponían los gobiernos para influir sobre el sistema económico era la política monetaria, es decir, la manipulación de la oferta de dinero. Pero la argumentación de los economistas de entonces era algo diferente. Entonces se consideraba poco importante la cantidad de dinero que se destinaba a depósito de valor y se suponía que prácticamente en su totalidad se destinaba al pago por adquisición de bienes y servicios…”
“Pero cuando hablo de Trampa de Liquidez me refiero a que los voceros nos dirán que las acciones ya han bajado mucho; también los inmuebles y, en definitiva, productos y mercaderías. Sí, es cierto que han bajado mucho, pero no es menos cierto que aún pueden seguir bajando más. Lo que se antoja barato hoy puede resultarnos muy caro mañana. Esa es la trampa: las cosas han bajado, pero pueden seguir bajando”, argumenta.
“Tengo claro, por tanto, que estamos metidos en una Enorme Trampa y que la denominada Trampa de Liquidez es cada vez más profunda, cada vez nos hundimos más. Me queda, no obstante, la duda ¿Qué diría Keynes de todo esto si levantara la cabeza?...”