Mañana es el día que los inversores tienen marcado en su agenda: Primera reunión del Banco de Japón (BoJ) con su nuevo Gobernador al frente, Haruhiko Kuroda.
Se espera que comunique oficialmente una nueva remesa de flexibilización cuantitativa, es decir, un QE.
Es importante estar atentos porque ello podría suponer que la renta variable del país suba y la divisa de dicho país baje.
El Gobierno y el Banco están empeñados en tres cosas: reducir el rendimiento de sus bonos, depreciar el yen, alcanzar el objetivo de inflación.
Teniendo en cuenta que el país tiene tipos de interés, como quien dice, en el 0%, el Banco de Japón tiene menos margen de maniobra, por lo que apuesta por la compra de activos de cara a inyectar liquidez en el sistema, algo que no es nuevo, en varias ocasiones lo hizo el pasado año.
Las empresas están deseando que el yen siga debilitándose, ya que necesitan una moneda débil para impulsar las exportaciones, de ahí que el sentimiento de confianza empresarial siga en negativo, aunque ha mejorado un poco desde que el yen comenzó a perder fuerza.
No es nada nuevo que el Banco de Japón intervenga su divisa. Son ya casi 5 años en los que intenta controlar los tipos de cambio y compra gran cantidad de moneda extranjera para evitar la apreciación del yen.
Pero no sólo es el Banco de Japón, el Gobierno de Shinzo Abe reclama una divisa débil para poder luchar contra la deflación y reactivar la economía del país. Así pues, es la unión del Gobierno y del BoJ la esperanza de muchos inversores españoles con hipotecas multidivisas (HMD) que necesitan imperiosamente que el euro/yen (EUR/JPY) suba, para no caer en mayores pérdidas.
En principio, mi planteamiento que les llevo exponiendo y explicando desde inicios de año es que con el nuevo Gobierno y con el nuevo gobernador, el mes de abril podría ser una cita importante para sentar las bases de un nuevo debilitamiento del yen y por tanto de una subida en el euro/yen.
Sólo advierto un riesgo, y es que es tal la expectación que esperan los inversores, que bastan unas palabras o frases con un poco menos de intensidad, para que el mercado se decepcione.