Didier Saint-Georges, Managing Director y Miembro del Comité Estratégico de Inversión de Carmignac, envía sus perspectivas para 2020:
“Tras el balón de oxígeno del primer trimestre, los mercados bursátiles se han visto ralentizados desde finales de abril por el deterioro del contexto macroeconómico, que a su vez se vio acentuado por la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Esta coyuntura se tradujo en que los sectores defensivos y de crecimiento registraron una rentabilidad significativamente superior a la de los cíclicos. También conllevó a una caída continuada de las rentabilidades de la renta fija que alcanzó su punto álgido en agosto. Desde entonces, las expectativas de que ambas potencias alcancen un acuerdo comercial —aunque sea parcial— y el regreso del apoyo de los bancos centrales han permitido a los mercados de renta variable romper su techo de cristal. En consecuencia, la hegemonía de los sectores se ha revertido: los sectores de valor y cíclicos registran rentabilidades superiores a los de crecimiento, y los rendimientos han comenzado a repuntar. Probablemente haya habido la suficiente demanda contenida de activos de duración reducida durante el último año como para que esta tendencia perdure hasta finales de año.
Más allá de este horizonte temporal, observamos dos problemáticas que podrían hacer descarrilar esta incipiente inflexión.
La primera de ellas podría parecer técnica, pero sin embargo reviste una importancia estratégica: la normalización monetaria de la Fed, que comenzó en 2018 y no llegó a su final hasta el pasado septiembre, fue un error de bulto que acarrea profundas ramificaciones. El sistema financiero estadounidense se enfrenta ahora a un problema de liquidez en dólares para el que la Fed no ha encontrado todavía una solución duradera. Ello pone en situación de riesgo a una cantidad de actores financieros estadounidenses de pequeña envergadura y con un elevado nivel de apalancamiento. De forma indirecta, también evita que el dólar estadounidense se deprecie desde su nivel sobrevalorado. Resulta evidente que las inyecciones de liquidez mensuales de 60.000 millones de dólares que aprobó la Fed el mes pasado no bastan para solventar el problema. Será necesario adoptar medidas adicionales, y hacerlo rápido, para evitar un accidente de liquidez.
La segunda problemática está relacionada con el panorama político estadounidense: el triunfo de Wall Street frente a la economía real (Main Street) en el mundo desarrollado —que dura ya una década— ha comenzado a generar un marcado descontento social y político que, en EE. UU., podría impulsar la candidatura de Elisabeth Warren para las elecciones presidenciales. Su programa se centra abiertamente en aumentar los impuestos y en las políticas regulatorias de cara a hundir los beneficios empresariales en beneficio de los trabajadores. Resulta evidente que una agenda tan radical seguramente se suavizará cuando Warren se imponga en las primarias del Partido Demócrata, si es que lo hace. No obstante, no cabe duda de que dicha agenda no sería del agrado de los mercados bursátiles y seguramente empeoraría aún más las perspectivas para el dólar estadounidense. En cuanto a los mercados de renta fija, se verían divididos entre la huida hacia los activos seguros y las necesidades de financiación de un programa que se cimienta en gran medida en el gasto social y en infraestructuras.
En vista de la interconexión que existe entre los mercados mundiales, los inversores probablemente deberían plantearse abordar 2020 con mayor cautela de la que están mostrando en la recta final de 2019.”