La robótica y la digitalización de la economía es un proceso que ya ha comenzado y será imposible revertirlo. La incorporación de los robots al proceso productivo, junto al desarrollo de la inteligencia artificial, el transporte autónomo, los materiales avanzados y la biotecnología se encuentran entre los sectores tecnología-intensivos en pleno auge.
Si bien dicho proceso le quita muchos puestos de trabajo repetitivos, algunos de ellos son reabsorbidos (con cierta precarización laboral) en las empresas del sector de servicios y otros tanto se crean en torno a esa nueva industria y tendencia.
La progresiva automatización de muchos trabajos industriales y operativos, desde la fabricación de coches a la conducción de los mismos, pasando por la traducción de documentos o la concesión de créditos, generan una eficiencia adicional, una baja de costos y una economía externa positiva al resto de los sectores.
Aunque siempre se escucha decir que muchos puestos de trabajo se perderán con las nuevas tecnologías, la evidencia empírica de los últimos dos siglos nos indica que siempre terminan creando nuevos empleos y enriqueciendo a la sociedad.
A modo de ejemplo, a nadie se le ocurriría hoy mencionar que la mecanización de la agricultura ha sido un proceso negativo porque destruyó empleo, sino que fue un avance muy positivo que redujo espectacularmente el coste de producir alimentos y liberó a millones de trabajadores que pudieron dedicarse a otras actividades más productivas y que llevó a una rápida industrialización.
Asimismo, la automatización del sector textil inglés del siglo XIX terminó generando muchos más empleos de los que destruyó: algunos trabajadores manuales perdieron su trabajo, pero las nuevas máquinas tenían que ser diseñadas, construidas y operadas por alguien, así como la edificación de las fábricas que contenían dichas máquinas. Las empresas detrás de esas fábricas además necesitaron expertos contables, vendedores, secretarios, bancos que cuenten con especialistas para financiar el desarrollo industrial, servicios de logística, marketing, etc…
A la hora de invertir en empresas de este subsector tecnológico, se puede optar por hacerlo en alguna acción en particular o bien en un fondo que invierte en acciones relacionadas con la robótica. Uno de los ETFs especializados en la materia es el Global X Robotics & Artificial Intelligence ETF (BOTZ), con el condimento adicional de buscar aquellas compañías que desarrollan inteligencia artificial, un subnicho tecnológico de alto potencial de crecimiento. Incluye empresas que se encuentran involucradas con la robótica industrial pero también en los servicios, incluida la automatización de procesos y de vehículos. Es un fondo con activos por 361 millones de dólares al cierre de este reporte, que cobra un aceptable management fee de 0,68% anual.
La otra alternativa es el ETF iShares Digitalisation (DGTL), que se posiciona en empresas de robótica y otras tecnologías automatizadas.
Asimismo, ha aumentado el interés y el volumen operado en el ETF Global X Internet of Things ETF (SNSR), que se posiciona en empresas relacionadas de alguna manera en la “Internet de las Cosas”, es decir que llevan adelante la incorporación de la tecnología en los objetos, prendas y dispositivos móviles.
En relación a la inversión en tecnología financiera y en la digitalización de las operaciones de finanzas más tradicionales, que ha ido en aumento, los inversores pueden optar por posicionarse en el ETF denominado iShares Automation & Robotics (RBOT), que es un ETF que se concentra en compañías tanto de seguridad informática, como de tecnología financiera y procesamiento de pagos y que deberá ser tenido en cuenta si se quiere invertir pensando en el futuro.
No hay ningún sector de la actividad en el mundo en el que sea menor al 50% la proporción de puestos laborales con probabilidad de ser reemplazados por la fuerza de una máquina o la inteligencia artificial. Y tampoco existe una correlación inversa entre la posibilidad de sufrir desempleo a causa de la automatización y la edad de las personas: los jóvenes se siguen insertando, mayoritariamente, en ocupaciones con riesgo de reemplazo. Todos estamos bajo riesgo.
Es importante el papel que juega la “destrucción creativa” a través de la automatización de las tareas como motor fundamental de crecimiento ente los países que progresan frente a los que fracasan.
Los gobiernos y la sociedad en general no deberían mantenerse pasivos frente al avance de la automatización, que incluye varias acciones y políticas posibles, como sencillamente la fijación de un "impuesto al robot" (sugerido por Bill Gates), pero en forma mucho más inteligente y productiva la generación de un ecosistema empresarial que promueva la innovación, la reorientación de los planes educativos, la promoción de los sectores que sigan siendo mano de obra intensiva y la revisión de las políticas de empleo, entre otras.
Mientras tanto, en este proceso los inversores deberían seleccionar correctamente las alternativas al alcance de su mano para no perderse esta tendencia a la robotización de la economía, que ya comenzó, pero que se está acelerando a paso firme. El proceso de crecimiento económico y las instituciones inclusivas en las que debería estar basado generan ganadores y perdedores: desaparecen algunos empleos, pero surgen otros nuevos, y ahí está la oportunidad de las empresas y en los mercados de aquellas compañías cuyas acciones estén listadas.