En las dos últimas semanas ha regresado el buen tono a los mercados de renta variable internacional. La semana pasada Wall Street ha cerrado su mejor semana desde agosto, con avances del 3,84% en el S&P 500 y del 3,27% en el industrial Dow Jones. La tecnología volvió a ser apetecida por los inversores, liderando las subidas. El Nasdaq 100 se apuntó un avance semanal del 4,18%. La vieja Europa se subió al carro cerrando también la semana en positivo. El EuroStoxx 50 avanzó un 2,58% y nuestro Ibex 35 un 2,91%. La entrada de liquidez en los mercados se apreció también el mercado de deuda, situando la rentabilidad de la deuda española a 10 años en el 0,171%, su nivel más bajo desde septiembre del 2019.
Paradójicamente, los momentos en los que aumentan las probabilidades de imponer mayores restricciones en las principales economías, debido a la intensificación del rebrote de la Covid-19, los mercados financieros mejoran sustancialmente su tono. La asunción por parte de los inversores de que, tarde o temprano, llegará un paquete de estímulos a la economía estadounidense y una mejoría en datos macro, ha sido suficiente para obviar algunas de las incertidumbres que acechan a corto plazo. La cercanas elecciones estadounidenses, la guerra arancelaría cuyo tratado de paz está pendiente de firma, los rebrotes y el Brexit eterno, no tienen peso suficiente para aplacar el ánimo inversor.
¿Es este otro de esos comportamientos inexplicables por fundamentales y en los que domina el aspecto emocional? Creo que en esta ocasión no es tan sencillo. La promesa de estímulos continuados por parte de los gobiernos y la liquidez infinita confirmada por los Bancos Centrales está creando una de las paradojas económicas más determinantes de los últimos años. Cuanto más dificultoso sea salir de esta crisis mejor comportamiento dibujarán en general los mercados, porque esperan un mayor caudal de liquidez. Por otro lado, cualquier buena noticia, como tal, también va a ser bien recibida.
El inversor asume esta paradoja porque cualquier postura contraría puede ser perjudicial a sus intereses. El estado de liquidez en el inversor de largo plazo, tan anhelada el pasado mes de marzo, es ahora una posición penalizadora. Los mercados, apuntalados por los bancos centrales, presentan una seguridad irresistible ante la alternativa, cada vez más cercana, de pagar por los depósitos o de ser devaluado por la inflación que llegará con la recuperación. Es probable que ante esta circunstancia, incluso excedentes de corto y medio plazo lleguen a los mercados. Todos los caminos llevan a permanecer invertido o invertir los excedentes
La liquidez inyectada por bancos centrales y gobiernos va a llegar a los mercados, como ha sucedido en otras ocasiones. Cuanta más liquidez sea necesaria inyectar, para recuperar la economía, más liquidez llegará a los mercados. La paradoja de la covid-19 llevará, en general, a revalorizar los activos, dejando en un segundo plano su valoración por fundamentales. Podemos entender que esta revalorización no será lineal para todas las compañías y sectores, por lo que no conviene olvidarse de realizar una buena diversificación y selección dentro de las carteras.
Por lo tanto, estamos en un buen momento para la inversión porque todos los caminos nos llevan a permanecer invertidos o tomar posiciones. No hay motivos para estar fuera del mercado en estos momentos. Pero no debemos olvidar respetar nuestro perfil de riesgo como inversor en la selección de los activos, la diversificación y la constancia.