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Un semestre con sensaciones encontradas

Publicado 02.07.2012, 14:43
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Apenas terminaban los festejos por el inicio de 2012, cuando el Departamento de Trabajo no dejó dudas: en diciembre, se habían creado 200 mil empleos en Estados Unidos, y la tasa de desocupación bajaba al 8,5%, desde el anterior 8,7%.

Fue una nueva inyección de optimismo de cara a un año que se presentaba muy difícil para las pretensiones de reelección del Presidente Obama, y para los mercados en general. A su vez, Ben Bernanke, Presidente de la Fed, podía jactarse de que su Operación Twist, puesta en marcha en septiembre, estaba comenzando a dar resultados.

Pero no todo estaba en orden hace 6 meses. Europa asistía a nuevos máximos de una crisis sin fin, con extremos en Grecia, cuyo default era cuestión de días, y con acompañantes de dudoso privilegio, como España y Portugal.

En los mercados, comienza a agitarse la preocupación porque a Grecia se le termina el tiempo, y el pago de 14 mil millones de euros, previsto para mediados de marzo, dependía enteramente de la postura de Alemania y sus aliados.

Con ese complejo panorama comenzó el año. El precio del petróleo muy alto, ante el agravamiento de la situación de Medio Oriente, a quien Europa dejaría de comprarle crudo desde julio, a modo de escarmiento. Un eufemismo, claro, que esconde esas compras a través de terceros países, pero que causó mucho ruido en su momento.

La onza de oro, que había completado 400 dólares de baja en 3 meses al finalizar 2011, comenzó una fuerte recuperación, buscado esta vez no como activo de refugio, sino como alternativa de inversión. Para refugiarse, los inversores eligieron durante los primeros 6 meses del año al yen, como viene sucediendo desde hace años.

Sin embargo, durante el semestre, el oro deambuló sin tendencia definida hasta acercarse al mínimo de 2011, pero sin vencerlo, muy cerca de los 1500 dólares por onza. Eso sí, si supera los 1700 dólares, y comienza a cumplir con el triángulo de continuación que ha formado, más de uno se arrepentirá de no ser joyero en los próximos años.
Febrero trajo, tal vez, los últimos momentos de calma de la economía americana. Los indicadores laborales comenzaron a flaquear, como también a desacelerarse la baja de la tasa de desempleo. El consumo se estabilizó, al igual que la inflación, y el PBI no sale de cifras mediocres. Siempre atento, Bernanke extendió la Operación Twist durante unos meses: bueno para la economía, malo para los que esperaban un QE3, que haría llover dólares sobre los ávidos mercados. El NYSE hizo saber de su mal humor con fuertes bajas, a mediados de junio.

El euro comienza a sentir la presión a fines de febrero, cuando roza 1,35, en medio de la incredulidad de quienes no comprendían como podía estar tan alto cuando su propia existencia estaba en duda.

Luego de interminables, tediosas e inútiles cumbres técnicas, la Unión Europea decide, a horas de su default, salvar a Grecia. 130 mil millones de euros llegarán al país a cambio de recortes en salarios públicos, pensiones y pobreza. En apuros, el tambaleante gobierno de entonces acepta el préstamo, aunque el mismo, como también la UE, olvidaron un detalle: a dicho gobierno le quedaban días de mandato.

Mientras tanto, salta un nuevo foco de incendio, más grave: España e Italia comienzan a pagar tasas usurarias por colocar deuda, al plazo que sea. Monti, en Italia, goza de una credibilidad en su país y en los mercados que por cierto no tiene el nuevo gobierno español, solo avalado por parte de su gente, y elegido como única alternativa al desastroso gobierno socialista anterior.

En uno y otro caso se hace imprescindible la ayuda del resto de Europa, aunque la misma solo llegaría el viernes 29 de junio, en medio de negociaciones que, por primera vez hicieron retroceder a la dura Canciller alemana Merkel.

Durante todo el semestre el euro se vio en figurillas, aunque fiel al estilo europeo, no cayó claramente de 1,25, sino por algunos días. Pero no son pocos los que pusieron en duda su utilidad como divisa única, y hasta desde el FMI, la Jefa Lagarde avisó que ni 3 meses le quedaban de vida, en claro gesto de presión a líderes políticos que hablaron mucho e hicieron poco.

La ida de Sarkozy de Francia, y la llegada de Hollande terminaron de complicar a Merkel. La postura de la Canciller fue y es clara: si se malgastó dinero, no es problema nuestro. Pero el problema lo tienen en el sur, que a favor de tener al euro, pasó a tener vida de primer mundo en poco tiempo. Los finales de fiesta tienen un alto costo, y el sur se niega a pagarlo, y el norte a financiarlo. Pero Hollande se alió a Rajoy, líder español, y a Monti, de Italia, aún con ideas distintas, para destrabar préstamos que, si no se otorgaban, harían caer a decenas de bancos.

Como siempre, la solución es parcial, y no será sino hasta 2013 cuando se puedan poner en marcha mecanismos que eviten que el dinero que irá a los bancos no pase por los gobiernos. Pero al menos, junio terminó con un suspiro de alivio en Madrid, Roma y hasta en Washington, donde Obama espera que Europa deje de pelear y tome medidas de fondo. Merkel, por esta vez, parece haber perdido su batalla política.

El panorama, al menos en el corto plazo, no luce mal para el euro. Su llegada a 1,30 no es lejana, y solo dependerá de que la ola de euforia desatada a fines de junio se extienda unos días.

La libra Esterlina actuó distinto. Siguió al euro en sus idas y vueltas, pero no en los peores momentos. Con la economía británica sin poder salir claramente de la recesión, al Banco de Inglaterra no le quedó mucho margen de maniobra. La tasa de interés sigue desde hace 3 años y medio en el mínimo histórico del 0,5%, y ni siquiera hay datos de inflación que hagan pensar en un cambio. El BoE, eso sí, sigue comprando activos cada mes, pero ni eso alcanza para dar vuelta a una economía sólida en la estructura, pero débil en la coyuntura.

De todos modos, Usted sabe. A la libra será difícil verla por encima de 1,60 y por debajo de 1,50. Y esa tradición no cambió durante el primer semestre de 2012.

Del franco suizo no se puede hablar mucho. Su anclaje al euro en 1,20 lo hizo bailar al ritmo del mismo, y justo el último día del semestre se alejó, apenas, de dicho valor. Ello, porque por primera vez en meses, el euro gozó de la preferencia de los inversores ante la sólida divisa helvética. Con este anclaje, se hará difícil ver al franco perdiendo la paridad ante el dólar, salvo que el euro quiebre 1,20.

Por dicha paridad 1 a 1 merodearon durante el período enero – junio el dólar canadiense y el dólar australiano.

El loonie, vinculado al petróleo, al margen de sus propios datos macro, y se movió en torno al oro negro. Sin embargo, no cayó de 1,0430, ni pudo con 0,98. Su cierre de semestre en la zona de 1,02 no da muchas pistas en el corto plazo, aunque si cae de 1,03, tomará velocidad bajista hacia 1,06 sin demora. Y ello podría ocurrir entre agosto y septiembre.

El dólar australiano perdió más de lo que ganó en este semestre. Luego de llegar casi a 1,11, cayó a gran velocidad a la vez que la economía australiana daba señales de agotamiento. El Banco de la Reserva de Australia debió recortar los tipos de interés, y así el aussie perdió el 1 a 1, que solo recuperó a fines de junio.

El precio del aussie es, además un termómetro de algo mucho más importante: el estado de la economía de China, principal mercado de Australia, y segunda economía del mundo. Si bien nadie sabe bien si las cifras que publican los chinos son ciertas, su crecimiento se desaceleró a mínimos alarmantes hacia mayo, al tiempo que debió ceder levemente a la presión norteamericana para revaluar al yuan.

Claro que todo ello repercute decisivamente en la economía de los países emergentes, en especial Sudamérica, que tienen en China a su principal fuente de ingresos externos. Algunos de ellos, al igual que China, no publican estadísticas muy confiables, aunque sin mayor relevancia en la economía mundial.

Por último, el peso mexicano llegó a 14,60 a principio de junio, ante la fuerte baja del petróleo, y ante la inminencia de un proceso electoral de difícil resolución. Hacia fin del semestre el peso recuperó parte de sus pérdidas, y con el petróleo en 90 dólares, no será difícil verlo en la zona de 12,50.

Fue un semestre de mucha actividad, pero que dejó alguna esperanza en que la crisis europea comience a ser superada en los próximos meses, y en que Estados Unidos retome la senda del crecimiento.

Un semestre que, como sucede en algunas películas, comenzó bien, tuvo un desarrollo muy difícil, y un final no del todo bueno, pero abierto a una mejor segunda parte del año.

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