Muy buenas noches, agradezco al licenciado Miguel Alemán
Velasco, presidente de “México, cumbre de negocios”, su
amable invitación a participar en esta cena de inauguración
de la cumbre.
Saludo afectuosamente a José Calzada Rovirosa,
Gobernador Constitucional de este bello estado de Querétaro,
en el que tantos acontecimientos fundamentales de la historia
de México han tenido lugar.
Distinguidos expositores en esta reunión cumbre, señoras y
señores:
La crisis global que estalló en septiembre de 2008 con la
quiebra de Lehman Brothers cambió sustancialmente la
percepción de riesgo económico y financiero en el mundo.
Inversionistas, empresarios, gobiernos, autoridades
financieras en todo el planeta percibimos ahora elevados
riesgos de carácter global donde hasta septiembre de 2008, y
en el más sombrío de los casos, veíamos riesgos moderados
y acotados a una región, a un país o a una rama de la
actividad económica.
Este cambio radical en la percepción de los riesgos genera, a
su vez, una gran incertidumbre.
Al día de hoy, 23 de octubre, el mundo espera la respuesta
definitiva que los principales países de la Unión Monetaria
Europea darán a la crisis de deuda soberana por la que
atraviesa esa región, así como a la contaminación que por
dicha crisis sufren los bancos y en general el sistema
financiero en ese continente. Ha habido avances importantes
a últimas fechas, pero no los suficientes para abatir la
incertidumbre global, ni para ahuyentar el temor de que en
cualquier momento estas turbulencias contagien a la
economía mundial.
A este difícil panorama en Europa se adicionan los grandes
dilemas que enfrenta Estados Unidos en materia fiscal,
desempleo, sobreendeudamiento de las familias y depresión
de su mercado de vivienda, lo cual ha conducido a una
expectativa de crecimiento económico muy bajo en los años
venideros.
Así pues, a tres años de distancia del punto más agudo de la
crisis, y a más de cuatro años de su inicio por la cadena de
incumplimientos en pagos de las llamadas hipotecas de baja
calidad en los Estados Unidos, la incertidumbre sigue
reinando. No en vano, en la reciente reunión de ministros de
finanzas y gobernadores de bancos centrales del G-20 en
París, muchos insistimos en demandar respuestas claras e
inmediatas de la Unión Monetaria Europea y Estados Unidos.
Si bien es cierto que los graves problemas de
sobreendeudamiento de familias, bancos y gobiernos de la
mayoría de los países avanzados generan un lastre enorme
sobre las posibilidades de crecimiento económico, éstas se
han visto aún más afectadas por el efecto tan negativo que el
pobre manejo de la crisis ha tenido sobre las expectativas.
Este efecto negativo que ha minado la confianza ha
provocado que muchos proyectos de inversión rentables se
pospongan, al igual que las familias no afectadas por la crisis
prefieran ahorrar precautoriamente en lugar de hacer
compromisos de gastos que en otro entorno harían.
No cabe duda, entonces, que la primera escala en el largo
camino hacia una recuperación del ritmo de crecimiento de la
economía mundial, de forma sostenida y estable, tiene que
ser la del restablecimiento de la confianza, la generación de
certidumbres básicas por parte de los líderes de las
economías avanzadas.
El restablecimiento de la confianza permitiría entrar en un
círculo virtuoso: al estabilizarse los mercados, bajarían las
primas de riesgo, lo que llevaría a un mayor gasto de
inversión y de consumo, lo que a su vez conduciría a un
mayor crecimiento económico. Este, a su vez, tendería a
mejorar la salud de las finanzas públicas y de los bancos
europeos, lo que a su vez redundaría en una mayor confianza
en la recuperación. Este círculo virtuoso se ha observado una
y otra vez en los procesos de superación de crisis en varios
países emergentes, incluidos México. Pero para echar andar
este proceso, es indispensable que las autoridades tomen las
medidas fuertes necesarias, de manera oportuna. Medicina
fuerte y amarga sí, pero potencialmente muy redituable en el
corto plazo por el proceso virtuoso que puede desencadenar.
Mientras tanto, ¿cuál es el panorama en México? Un hecho
que distingue a nuestro país es que en los últimos años, y
especialmente durante el gobierno del Presidente Felipe
Calderón, una constante en el ámbito de la política
económica ha sido la insistencia en generar certidumbre. Se
ha sostenido, contra viento y marea, una política fiscal
responsable; se ha mantenido un sistema bancario bien
regulado y supervisado, extraordinariamente sólido y solvente
en comparación con la banca de muchos otros países. En
esta materia, nuestro sistema bancario será de los primeros
en cumplir los requisitos prudenciales más estrictos que la
comunidad internacional ha acordado como resultado de la
crisis.
A su vez, el Banco Central ha ejercido a plenitud su
autonomía sin apartarse del mandato constitucional que le
ordena procurar la estabilidad de precios. Aún a pesar de la
reciente volatilidad en los mercados financieros
internacionales que se ha reflejado en una depreciación de la
moneda nacional, la inflación se encuentra cercana a nuestro
objetivo permanente de 3 por ciento, mientras que las
expectativas de inflación a todos los plazos se encuentran
ancladas por debajo del cuatro por ciento. Esto se debe,
desde mi punto de vista, a que los participantes en los
mercados esperan una próxima apreciación del peso, dados
los fuertes fundamentos de la economía mexicana, y a que
desde hace ya varios años el traspaso de movimientos
cambiarios a precios se ha reducido considerablemente, en
parte debido a la credibilidad del esquema de objetivos de
inflación que ha implementado el Banco de México.
Una comparación que resulta de lo más ilustrativa del
progreso que hemos logrado en México en materia de
estabilización financiera, y que refleja la responsabilidad de
las políticas fiscal y monetaria que hemos seguido, es la que
podemos hacer entre el plazo promedio ponderado de la
deuda gubernamental en México y la misma deuda para el
caso de Estados Unidos.
En 1994, el plazo promedio ponderado de la deuda
gubernamental en pesos en México era de 0.63 años (230
días). Ese mismo año, 1994, el plazo promedio ponderado de
la deuda gubernamental en Estados Unidos era de 5.08 años
(alrededor de 1,854 días).
Hoy, en México el plazo promedio ponderado de la deuda
gubernamental en pesos es de 7.4 años (2,674 días) en tanto
que el plazo promedio ponderado de la deuda del gobierno de
Estados Unidos es de 5.2 años (1,898 días).
Esto significa que en México no sólo hemos ampliado más de
once veces dicho plazo de 1994 a la fecha, sino que
superamos a la deuda gubernamental de los Estados Unidos
en esos mismos términos de plazo, por más de dos años.
Esta comparación sin duda refleja la confianza que los
inversionistas le están otorgando al gobierno de México en
materia de manejo macroeconómico, al grado de que están
dispuestos a confiarle su dinero por un plazo incluso mayor al
plazo en el que le confían su dinero al gobierno de los
Estados Unidos. Y también refleja la importancia decisiva que tuvo la reforma
al sistema de pensiones iniciada en México a fines del siglo
pasado, ya que con el paso del tiempo ha creado una sólida
base de inversionistas institucionales de largo plazo, que
contribuyen a la estabilidad del sistema financiero y le dan
certidumbre al ahorro interno.
Otra comparación internacional que resulta elocuente en
referencia a las fortalezas fiscales de nuestro país es la
siguiente: considérese que la deuda pública sobre PIB de
México es de aproximadamente 32 por ciento mientras que
en la Unión Europea es de más de 85 por ciento, con varios
de sus países por arriba del 100 por ciento, y en Estados
Unidos esa razón superará dicha marca en meses próximos.
Es decir, la razón deuda pública sobre PIB de México es tan
sólo una tercera parte aproximadamente que la de Estados
Unidos y de Europa. Quisiera aquí hacerle un reconocimiento
a la H. Cámara de Diputados por haber aprobado el jueves
pasado una Ley de Ingresos para 2012 responsable, con un
objetivo de déficit fiscal de tan sólo 0.4 por ciento del PIB, lo
que permitirá que durante el año entrante nuestra deuda
sobre PIB continúe cayendo.
Justo con el mismo empeño de generar y garantizar
certidumbre es lo que se ha hecho en el ámbito específico de
los mercados financieros nacionales a través de múltiples
reformas. No me voy a detener en los detalles de éstas, pero
sí considero necesario destacar lo relativo al mercado de
cambios, dadas las inquietudes que, por razones de memoria
histórica, este tema suele causar.
Las esporádicas intervenciones del Banco de México en el
mercado cambiario se han dado en general bajo reglas
predefinidas, transparentes y conocidas de antemano por
todos los participantes.
Además, nuestras intervenciones se han hecho
fundamentalmente con un solo objetivo: garantizar el
funcionamiento ordenado del mercado, procurando evitar que
se generen situaciones de iliquidez que lleven a una
volatilidad excesiva en la cotización de la moneda nacional.
Esto implica que desde hace muchos años las autoridades
financieras del país hemos dejado de intervenir en el mercado
cambiario persiguiendo un nivel específico del tipo de cambio.
Nuestra tesis ha sido que la única manera de garantizar un
nivel adecuado y estable de la paridad cambiaria, es
manteniendo sanos los fundamentos de nuestra economía. Y
precisamente a esto es a lo que nos hemos dedicado en los
últimos años tanto el Gobierno Federal a través de la
Secretaría de Hacienda, como el Banco de México. De ahí mi
expectativa de que una vez que se asiente el polvo del
reciente episodio de turbulencia financiera internacional la
cotización de nuestra moneda nacional se aprecie de manera
considerable.
Para concluir, quisiera regresar a la temática de inicio de mi
intervención. La certidumbre, ya lo sabemos, es una
condición necesaria, pero no suficiente, para garantizar el
crecimiento económico sostenido y acelerado. Lo que ofrecen
la certidumbre y la estabilidad es una formidable plataforma
para emprender las tan llevadas y traídas, pero aún no
cristalizadas, reformas estructurales que nuestro país
necesita.
Tenemos pues los cimientos para emprender sin más
dilaciones esas indispensables reformas estructurales que
requerimos para crecer a tasas que sean mucho mayores que
las actuales y de manera constante, tasas que no me cabe
duda serían superiores al 5 por ciento anual.
Este imperativo se hace hoy más urgente que nunca ante la
perspectiva de que las economías de Estados Unidos y
Europa, que generan más del 45% del PIB mundial, vivirán
tiempos difíciles y tendrán, en el mejor de los casos, un muy
bajo crecimiento para los próximos años, lo cual redundará en
un menor impulso a la economía nacional.
Precisamente para poder compensar esta falta de impulso
externo en el futuro, es que se ha vuelto sumamente urgente
la necesidad de hacer las ya muy mentadas reformas
estructurales. Sólo así podremos abatir el gran rezago que
tenemos en materia de creación de empleo y de reducción de
la pobreza. El país ya no se puede dar el lujo de la inacción.
Muchas gracias.
Dese de alta para crear alertas sobre sus instrumentos,
eventos económicos y autores favoritos
Registrarse gratis ¿Ya tiene una cuenta? Iniciar sesión
Comentar
Desde Investing.com España le invitamos a que interactúe con otros usuarios y comparta con ellos sus puntos de vista y sus dudas en relación con el mercado. Sin embargo, para que el debate sea lo más enriquecedor posible, por favor, le rogamos que tenga en cuenta los siguientes criterios:
¿Cómo funciona la sección de comentarios?
Todos los comentarios se publican de forma automática siempre y cuando no incumplan ninguna de las normas anteriores. En el momento en el que el sistema detecta una posible “infracción”, el comentario se queda pendiente de revisión, por lo que puede tardar más en aparecer en pantalla (evite duplicar comentarios).
Si el moderador detecta que es un comentario inapropiado procederá a eliminarlo. Si el usuario incide en dicho comportamiento, procederemos a suspender de forma temporal su cuenta y contará como un primer aviso. Si el comportamiento se repite tras el primer aviso, se suspenderá la cuenta de forma definitiva.
Contacte con Soporte Técnico ante cualquier duda que pueda surgirle. Es la única vía de comunicación para tratar estos temas.