Discurso Seminario Internacional ''Educación financiera: camino hacia una política pública''

Rodrigo Vergara
Presidente
Banco Central de Chile
19 de diciembre de 2012

Palabras de cierre del Presidente del Banco Central de Chile en el Seminario Internacional “Educación financiera: camino hacia una política pública” realizado el día 19 de diciembre del 2012.
Mis agradecimientos a Claudia Varela y Luis Álvarez por su valioso aporte a esta presentación.

Es para mí un honor participar en este primer seminario de educación financiera en Chile. Un honor, porque desde siempre he creído que este es un tema crucial para el desarrollo del país. Así lo manifesté públicamente en mi primera exposición en el Senado poco después de haber asumido la Presidencia del Banco Central.

Lo que ha ocurrido aquí esta mañana ha sido un paso trascendente en la búsqueda de un país que cuente con personas más y mejor informadas que les permita tomar decisiones racionales, y así no sólo mejorar su calidad de vida, sino también acordes con los esfuerzos que la sociedad realiza para avanzar hacia un desarrollo sostenible. Esperamos que desde este hito que ha marcado este seminario, se transite rápidamente hacia la creación e implementación de una estrategia de educación financiera para Chile.

He destacado recientemente el progreso significativo que ha tenido la economía chilena en los últimos 25 años, reflejado entre otros indicadores en un crecimiento promedio anual del Producto Interno Bruto de 5,4%, mientras que el per cápita aumentó 2,7 veces respecto de su nivel de 1986, con una reducción sustancial de los niveles de pobreza. Son cifras que también nos resultan muy favorables cuando nos comparamos con el resto de América Latina.

También he señalado que estos resultados son producto de un conjunto de políticas económicas y sociales aplicadas en todos estos años y, por supuesto, son también producto del esfuerzo que hemos hecho todos los chilenos.

Chile es un país internacionalmente reconocido por la solidez de sus instituciones. Pero también por la conjunción de una política fiscal seria, predecible y responsable; una política monetaria basada en una meta de inflación que es implementada por un Banco Central autónomo dotado de objetivos claros y precisos; una política de tipo de cambio flotante; un sistema financiero sólido, bien capitalizado, gestionado profesionalmente y sometido a una supervisión prudencial moderna y con una creciente integración comercial y financiera al mundo.

Pero tanto estos avances en la consolidación institucional como en el desarrollo, traen consigo mayores complejidades para los ciudadanos, que deben ir adaptándose a un mundo que evoluciona rápidamente y que le va ofreciendo cada vez más alternativas para mejorar su calidad de vida.

Hace no muchas décadas, por ejemplo, en nuestro país la volatilidad inflacionaria hacía difícil proyectarse y hacer grandes inversiones sin correr riesgos mayores. Una inflación baja y estable ha sido parte relevante dentro de los factores que han permitido el desarrollo de los últimos años. Y es también relevante que la población valore la importancia de vivir en un país con inflación baja.

Una economía estable abre al mismo tiempo oportunidades para el acceso al sistema financiero bancario y no bancario, lo que ha traído consigo un marcado desarrollo de los sistemas de pago. En Chile, el nivel de desarrollo financiero es consistente con su nivel de desarrollo económico.

Las cifras de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras nos revelan que mientras en diciembre del año 1991 había cerca de 900 mil tarjetas de crédito bancarias, en junio de 2012, ese número subió a 5,7 millones. Sumadas estas últimas a las casi 15 millones de tarjetas no bancarias podemos decir que Chile tiene hoy más de 20 millones de tarjetas de crédito vigentes entre emisores bancarios y no bancarios.

Las tarjetas de débito, que en el año 1997 eran de apenas un millón, hoy llegan a 13,7 millones. Una parte importante de ellas ‐4,2 millones‐ corresponden a cuentas RUT del Banco Estado.

Por su parte, las cuentas corrientes han subido desde 1,3 millones en diciembre del año 2003 a 2,5 millones en el año en curso. En términos del número de operaciones, los cheques presentados por personas naturales disminuyen desde más de 200 millones el año 2001 a algo más de 116 millones en 2011. En contrapartida y para el mismo período, las operaciones con tarjetas de débito aumentan más de 20 veces, y algo parecido se observa para las tarjetas de crédito.

Todo esto es lo que conoce como inclusión financiera, que por cierto es un desarrollo muy positivo para el país. Pero también plantea enormes desafíos, puesto que el acceso requiere de mayores responsabilidades, tanto de los oferentes como de los demandantes de crédito.

Para los oferentes hay reglas claras y rigurosas, que en el caso chileno han sido una de las bases de un sistema financiero sólido, producto del aprendizaje que nos dejaron los duros años de la crisis de comienzos de los años 80.

Legislaciones recientes han ido poniendo mayor acento en la protección del consumidor financiero, enfrentado a cada vez mayores ofertas de productos y servicios que requieren de su parte una evaluación más informada y detenida.

Estos elementos van configurando lo que Flore Anne Messy, especialista de la OECD que hizo una contundente exposición en este seminario, denominó la trilogía del consumidor empoderado. Los dos primeros integrantes de esa trilogía son la inclusión financiera y la protección al consumidor. El tercero es el que nos reúne aquí: la educación financiera.

La OECD nos ha dado una excelente definición de educación financiera, al decir que es el proceso por el cual los consumidores financieros e inversionistas mejoran su comprensión de los productos financieros, conceptos y riesgos, a través de la información, la enseñanza y/o asesoramiento objetivo. También desarrollan las habilidades y la confianza necesaria para ser más conscientes de los riesgos y oportunidades financieras, tomar decisiones informadas, saber dónde acudir para pedir ayuda y tomar cualquier acción eficaz para mejorar su bienestar financiero”.

Sabemos bien, y así lo ha demostrado el estudio que nos presentó la especialista de este organismo internacional, que hay una enorme brecha entre lo que lo que se requiere y lo que realmente existe en esta materia. Preocupa, por ejemplo, que en los países latinoamericanos donde se han hecho estudios, coincidentemente los sectores más vulnerables a riesgos financieros sean jóvenes, personas de tercera edad, mujeres y personas de bajos ingresos.

Son precisamente los segmentos que han ido teniendo cada vez mayor acceso a productos financieros, ya sea a través de cuentas bancarias o diversos tipos de tarjeta de crédito.

La experiencia demuestra el éxito que tiene en el aprendizaje de contenidos de educación financiera la repetición de conceptos, el uso de fuentes y canales conocidos en actividades educativas y la aplicación de metodologías innovadoras.

Ha sido interesante esta mañana saber de la cantidad de instituciones que realizan esfuerzos en materia de educación económica y financiera, como lo muestra el estudio exploratorio Educación Financiera en Chile 2012. Llama la atención cómo se conjugan elementos comunes en estos esfuerzos y cómo en los años recientes se aprecia un notorio punto de inflexión en los programas e iniciativas en esta materia, lo que pareciera ser una respuesta natural al aumento del acceso a productos y servicios de este rubro observados la década pasada.

Como Banco Central hemos hecho diversos esfuerzos de acercamiento a la comunidad, con visitas guiadas a colegios, talleres a profesores, exposiciones de nuestros principales informes en regiones, un museo numismático y, como más relevante iniciativa, un concurso escolar que a lo largo de sus ocho años, ha despertado el entusiasmo por participar a alrededor de 27 mil estudiantes.

Así como nosotros hacemos ese esfuerzo, también lo realiza cada una de las instituciones que han participado en esta mesa de coordinación y estamos ciertos de que cada una de estas iniciativas ha alcanzado a un porcentaje importante de la población chilena.

Pero falta mucho y la experiencia nos muestra que las acciones concertadas son más eficientes. La colaboración entre instituciones y organismos que se dedican a Educación Financiera es clave para recoger experiencias, y sumar sinergias Este es un trabajo de día a día, que no puede cesar nunca y por eso es que en el Banco Central celebramos esta iniciativa y estaremos siendo parte de ella para que en conjunto, organismos públicos y organizaciones no gubernamentales, y también privados, trabajemos unidos en busca de un mismo objetivo, todos convencidos de que podemos contribuir de esta forma no solamente al desarrollo, sino también a fortalecer aún más las bases de una sociedad más democrática e inclusiva.

Quiero agradecer a los representantes de cada una de las instituciones involucradas en la organización de este seminario. A los ministerios de Hacienda y Desarrollo Social, al FOSIS, a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, a la Superintendencia de Pensiones, a la Superintendencia de Valores y Seguros, a la Secretaría Técnica de Superintendencias, al SERNAC, a la Fundación TECHO‐Chile, al Banco Estado Microempresas, a Educarchile, al Fondo Esperanza y a nuestros técnicos del Banco Central.

A los expositores, un especial agradecimiento porque han sido parte relevante en este evento. Sin ustedes, poco podríamos haber hecho. Lo que ustedes han señalado aquí nos permite contar con un muy excelente punto de partida para trabajar en la búsqueda del objetivo aquí planteado.

También creo representar a todos los involucrados en un agradecimiento especial al Instituto de Estudios Peruanos y al Proyecto Capital de la Fundación Ford, por todo el respaldo que han dado a esta iniciativa. Bien sabemos todos del entusiasmo y compromiso que han puesto en esta tarea.
Señoras y señores Hoy damos un paso que puede quedar marcado para todas nuestras instituciones.

Hemos llegado hasta acá poniendo nuestro trabajo al servicio de un objetivo común: que los chilenos cuenten con más educación económica y financiera, que sean ciudadanos mejor informados y mejor preparados para enfrentar los desafíos que nos impone el mundo moderno.

Queda mucho trabajo por delante. Pero cada uno de nosotros ya sabe que no estamos solos y que nos estamos alineando en una misma senda que será funcional ya no exclusivamente a la marcha de cada una de las instituciones aquí representadas, sino que será funcional al país.

Unir iniciativas, unir creatividades, unir trabajo puede ser ejemplo para muchas otras organizaciones que quieren un Chile con más oportunidades para todos.

Muchas gracias