Bitcoin nació con el objetivo de facilitar el pago de cualquier cosa sin la intervención de bancos, gobiernos o empresas. Así, se evitan las comisiones, las restricciones y los riesgos de confiar en terceros. Los primeros en usar Bitcoin fueron personas que creían en la libertad, la privacidad y la descentralización. Algunos eran programadores, otros libertarios y otros anarcocapitalistas. Todos ellos admiraban el oro como un activo escaso, duradero y resistente a la inflación. Pero como el oro es pesado, difícil de transportar y de dividir, prefirieron apostar por el oro digital: Bitcoin.
Este grupo está formado por personas que comparten unas ideas muy conservadoras. Aquí no hay muchos amigos de la intervención estatal en la economía. De hecho, son bastante individualistas y no confían mucho en terceros y mucho menos en grandes colectivos como las corporaciones, los bancos y el Estado. Sin embargo, sí confían mucho en la tecnología, en el liberalismo clásico y en las fuerzas del mercado. Aquí se valora el individualismo, la libertad y la tecnología. Aquí no se espera la ayuda de nadie, sino que el individuo se ayuda a sí mismo.
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