Los mercados financieros son como una montaña rusa: a veces suben y a veces bajan. Y lo hacen con mucha rapidez y fuerza. ¿Por qué? Porque los mercados no solo dependen de la economía, sino también de las emociones de las personas que invierten en ellos. Y una de las emociones que más influye en los mercados es el miedo.
El miedo es una emoción muy fuerte y que se contagia fácilmente. Cuando los inversores tienen miedo, se ponen nerviosos y venden sus acciones, bonos o divisas sin pensar mucho. Así, los precios bajan y el miedo aumenta.
Eso es lo que ha pasado en las últimas semanas de octubre. Los indicadores de sentimientos han mostrado que hay mucho miedo en el ambiente. Y no solo eso… Wall Street ha sufrido varios tropiezos… Y el dólar y los bonos del Tesoro han subido. Esto significa que hay miedo por lo que pueda pasar en el futuro.