(El autor es columnista de Reuters Breakingviews. Las opiniones que expresa son propias.)
Por George Hay
LONDRES, 18 sep (Reuters Breakingviews) - El Banco de Inglaterra tendrá que ser veloz como el rayo si Escocia vota hoy por la independencia. El resultado definitivo de un referéndum histórico debería conocerse en algún momento a partir de las 0500 GMT del 19 de septiembre. Las encuestas dan como perdedores a los pro-secesionistas por un estrecho margen, lo que hace que los mercados mantengan la tranquilidad. Si el resultado es el contrario, inversores y ahorradores buscarán palabras de calma en el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney.
En la última gran crisis, el banco central fue lacónico. Después de que Lehman Brothers quebrase en septiembre de 2008, declaró: "Se supervisarán cuidadosamente las condiciones de los mercados monetarios de la libra y se adoptarán las medidas apropiadas en caso de ser necesarias para estabilizar esos mercados.
Esta vez podría verse tentado a hacer algo más. Pero el mayor riesgo -que haya una fuga de depósitos en los negocios escoceses de Royal Bank of Scotland (L:RBS) y Lloyds Banking Group (L:LLOY) y en Clydesdale hacia rivales ingleses- se ha reducido mucho. La declaración de la semana pasada realizada por los principales bancos escoceses de trasladar su sede a Londres en caso de un voto secesionista les pondría bajo un gobierno con los recursos de rescatarles en una crisis. Y los ahorradores no tendrían motivos para hacer nada.
No hay mucho más que Carney pueda aclarar. Los depósitos de particulares escoceses de hasta 85.000 millones de libras estarían garantizados por el programa de garantía de depósitos del Reino Unido hasta una separación formal. El renovado marco monetario de la libra seguiría vigente durante las negociaciones de divorcio, para prestar recibiendo colateral y, en caso extremo, ampliar la ayuda de liquidez de emergencia. Pero emitir un comunicado confirmando podría despertar dudas sobre qué podría suceder si las negociaciones se complican.
Los ahorradores también podrían temer que los fondos depositados en una sucursal bancaria escocesa se redenominasen en una nueva divisa, aunque ese escenario es poco probable. Carney, en concierto con el Tesoro británico, también podría cortar esa posibilidad de raíz.
El Reino Unido ya ha salido al paso de cualquier rechazo de los escoceses a honrar su parte de la deuda nacional del Reino Unido garantizándola por completo. También podría garantizar todos los activos y pasivos denominados en libras en Escocia. Al representar la economía escocesa menos del 10 por ciento del PIB del Reino Unido, podría permitírselo sin poner bajo riesgo alguno la solvencia monetaria británica.
El anuncio de un paquete así sería una receta para una estabilidad financiera de hierro fundido el 19 de septiembre. Pero una garantía de los activos realizada para un recién divorciado sería políticamente tóxica. Y en cualquier caso, tanto esto como otros temas fundamentales -división de los ingresos del petróleo, arreglos de política monetaria, etcétera- dependerán de negociaciones intergubernamentales.
Carney ha mostrado disposición a hablar sobre política monetaria casi con cualquiera que quiera escuchar. Pero la respuesta inicial del BoE a una Escocia independiente probablemente no irá más allá de una "supervisión cuidadosa".