Ginebra, 8 abr (.).- La expansión de las tecnologías espaciales, que ganan cada vez más espacio en la vida cotidiana de la gente y en la toma de decisiones, hará que el valor de la economía aeroespacial se triplique hasta alcanzar a nivel global los 1,8 billones de dólares para 2035, indicó este lunes un informe del Foro Económico Mundial (WEF).
Este incremento estimado representa el triple de su valor actual, que se encuentra en los 630.000 millones de dólares, y representaría el doble del crecimiento del PIB global.
La investigación indica que este rápido crecimiento se verá impulsado por el abaratamiento de los costes y el mayor acceso a tecnologías espaciales como el posicionamiento y la navegación en el espacio o los servicios de observación de la Tierra.
El estudio también señala que esta expansión hará que nuevas industrias se interesen en este ámbito, extendiendo el impacto de la economía espacial a otros sectores, como la conexión entre personas y bienes y servicios.
"Las tecnologías espaciales están alcanzando más valor que nunca para un conjunto más diverso de interesados, incluso en industrias tan variadas como la alimentación y las bebidas, el comercio minorista, los bienes de consumo, la cadena de suministro y el transporte", sostuvo citado en un comunicado el miembro del Comité Ejecutivo del WEF, Sebastian Buckup.
Así, empresas en una creciente variedad de sectores, como la agricultura, la construcción o los seguros, serán algunos de los principales motores de este crecimiento de la economía espacial.
El informe también advierte que, más allá de la generación de ingresos, el espacio desempeñará un papel cada vez más importante frente a los desafíos mundiales, desde la alerta ante catástrofes naturales y la vigilancia del clima hasta dar una mejor respuesta a las crisis humanitarias.
"Al comprender y aprovechar todo el potencial del espacio, los actores de la industria pública y privada podrán posicionarse como líderes en la economía espacial, con beneficios a largo plazo", afirmó el experto de la consultora McKinsey & Company, Ryan Brukardt, que participó en la elaboración del informe.