Jairo Mejía
Tokio, 17 ago (EFE).- Japón, segunda economía mundial, se sumó
hoy a Francia y Alemania en anunciar un crecimiento del PIB en el
segundo trimestre, después de haber vivido durante doce meses su
peor recesión desde el final de la II Guerra Mundial.
La economía nipona registró entre abril y junio un crecimiento de
su Producto Interior Bruto del 3,7 por ciento a ritmo anual y del
0,9 por ciento respecto al trimestre precedente, por encima de los
avances anunciados recientemente por sus socios del G7.
Japón deja así atrás las mayores caídas de su PIB desde 1945, con
retrocesos tan escandalosos como el 11,7 y el 13,7 por ciento en
tasa anualizada de los dos trimestres precedentes, aunque queda por
ver si puede sostener un crecimiento apoyado en los planes de
rescate del Gobierno, valorados en 112.000 millones de euros.
La mejora de las exportaciones ha comenzado a impulsar a una
economía como la japonesa basada en la demanda externa, mientras las
medidas de estímulo del Gobierno han animado el consumo, pero el
desempleo y la falta de inversión siguen siendo una amenaza para la
recuperación.
Entre abril y junio las exportaciones aportaron al PIB nipón un
6,3 por ciento respecto al trimestre anterior, su mayor nivel desde
2002, y el consumo creció un 0,8 por ciento.
El que más ayudó a la recuperación de Japón desde el exterior no
fue Estados Unidos o Europa sino la consumista China, cuyas
importaciones contribuyeron a mantener el ritmo de producción
japonés, también debido a las medidas de estímulo del Gobierno de
Pekín y al soplo de recuperación que recorre Asia.
La crisis hizo que las multinacionales japonesas que habían
conseguido imponerse en el mundo hayan tenido que recortar sus
inversiones, sus plantillas y poner al Gobierno ante la necesidad de
mejorar el panorama con ayudas de emergencia.
Para un japonés medio la crisis ha supuesto la pérdida de su
empleo o mayor precariedad laboral, sólo amortiguada por recortes de
precios que pueden ser insuficientes para animar la economía.
Y, para las grandes empresas niponas, como Toyota o Sony, ha
traído números rojos que se prolongarán varios años y recortes de
empleo que prometen cambiar la cultura empresarial de Japón.
En el segundo trimestre el consumo de los japoneses, responsable
del 55 por ciento del PIB, ha sido otro aspecto que ha facilitado la
salida de la recesión, al crecer un 0,8 por ciento respecto al
período precedente tras medio año en negativo.
Los consumidores han comenzado a dar empuje a la economía gracias
a las medidas de estímulo iniciadas hace meses, como los planes para
favorecer los descuentos en electrodomésticos y automóviles
eficientes, que han dado un respiro a la industria nipona.
No obstante, el Gobierno japonés no quiere lanzar las campanas al
vuelo y el ministro de Economía y Política Fiscal, Yoshimasa
Hayashi, tardó poco en aparecer en público para recordar que "aún
existen factores de riesgo", tales como el desempleo, la deflación y
las inversiones inmobiliarias.
La corrección de la recesión ha tenido mucho que ver con las
ayudas gubernamentales para que los japoneses compren y den salida a
los excesos de inventario de los gigantes electrónicos o del motor,
que dejaron de disfrutar de unas exportaciones en alza cuando el yen
se disparó al principio de la crisis económica.
Pero hay otros números que el Gobierno del primer ministro, Taro
Aso, está tardando más en corregir, como un desempleo que puede
convertirse en el peor de posguerra (5,4 por ciento), una de las
mayores preocupaciones de los japoneses y un riesgo que puede echar
abajo la mejora del consumo.
Hasta el momento, las expectativas de crecimiento no han
conseguido que las empresas aumenten sus inversiones, responsables
del 15 por ciento del PIB nipón, que cayeron un 4,3 por ciento en el
período abril-junio, mientras las inversiones inmobiliarias se
hundieron al récord del 9,5 por ciento. EFE
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