Maribel Izcue
Tokio, 8 oct (EFE).- La crisis ha cambiado la cara más brillante
de Japón, baluarte mundial del mercado del lujo, donde grandes de la
moda como Versace o Louis Vuitton pierden terreno frente al avance
de marcas populares como Uniqlo.
En medio de unas previsiones cada vez más sombrías, el primero en
declarar su retirada ha sido el italiano Versace, que en julio echó
el candado a las tres tiendas propias que mantenía en Japón y ahora
ha anunciado el cierre de su sede de Tokio para finales de octubre.
Los responsables de Versace indicaron a la agencia local Kyodo
que la estrategia global de la empresa está siendo revisada y que
las tiendas de Japón "ya no eran consistentes con la imagen de la
marca", aunque el descenso de la demanda de artículos de lujo en la
segunda economía mundial es innegable.
Versace había desembarcado en Japón en 1981, en la época de la
burbuja económica que propició la expansión del jugoso mercado del
lujo nipón, que según la consultora McKinsey movía hasta ahora entre
15.000 y 20.000 millones de dólares anuales.
Fueron años en los que al archipiélago llegaron todos los grandes
de la moda y el lujo: Armani, Prada, Gucci, Louis Vuitton, Bulgari o
Cartier son sólo algunos de los que hicieron de sus edificios
lugares emblemáticos en el Tokio más pudiente.
Muchas de aquellas tiendas desbordan hasta hoy lujo e incluso
extravagancia por sus cuatro costados: el suntuoso edificio de
Armani en el exclusivo distrito de Ginza, diseñado por Doriana
Fuksas, tiene más de mil metros cuadrados, un restaurante y un spa
inspirado en las antiguas termas romanas.
Chanel aprovechó el enorme espacio de su negocio en el popular
distrito de Roppongi para instalar una discoteca en su tienda, donde
un disc-jockey pinchaba entre las costosas prendas de la marca
francesa.
Ahora, el descenso de las ventas al hilo de la recesión, unido a
los elevados alquileres y los cambios en las tendencias de consumo
han hecho mella en el mercado del lujo japonés.
En 2007 las ventas de las marcas importadas cayeron en Japón un
4,6 por ciento y el año siguiente volvieron a retroceder el 4,9 por
ciento hasta poco más de 9.000 millones de dólares, según datos de
McKinsey.
En 2009, empresas como Moët Henessy Louis Vuitton (LVMH) han
reconocido un descenso de las ventas en el archipiélago en un 20 por
ciento en la primera mitad del año, mientras que en el resto de Asia
han crecido un 4 por ciento.
Esas cifras, unidas a las pocas perspectivas de una mejora, han
echado por tierra los planes de Louis Vuitton de abrir su mayor
tienda del mundo en el barrio tokiota de Ginza.
Y es que de la mano de la recesión va, según los analistas, un
profundo cambio de tendencia entre muchos consumidores japoneses,
que ya no consideran necesario llevar prendas con la marca más o
menos visible como declaración de estatus.
Por una parte, los expertos apuntan a que los adinerados
japoneses prefieren vivir experiencias lujosas a poseer artículos
lujosos y, por otra, en los últimos años se han multiplicado las
firmas de rango medio que marcan estilo a precios muy razonables.
En Japón, la marca local Uniqlo se ha hecho en pocos años con un
gran segmento del mercado: con tiendas en lugares estratégicos al
lado de negocios como Gucci o Christian Dior, la firma registró un
beneficio récord de 108.640 millones de yenes (838 millones de
euros) durante su año fiscal, que concluye en agosto.
En el archipiélago nipón también están presentes multinacionales
como la española Zara -que cuenta con una treintena de tiendas en el
país- o la sueco H&M, con edificios enteros en distritos que, como
Ginza, eran antes rincones exclusivos de los clásicos del lujo. EFE
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(audio, foto y vídeo)