Jairo Mejía
Tokio, 11 sep (EFE).- Los fabricantes japoneses han comenzado a
contratar parte de los cientos de miles de empleos que eliminaron en
los primeros meses de crisis del motor, coincidiendo con la llegada
de un nuevo Gobierno con ideas de reforma.
La industria del motor nipona se recupera de su peor crisis, algo
que sin embargo ha cambiado definitivamente la cara de uno de los
sectores más importantes de la segunda economía mundial, que emplea
al 8 por ciento de los trabajadores japoneses y equivale a más del
10 por ciento del PIB del país.
Toyota, Mitsubishi o Nissan han comenzado a contratar empleados
temporales en respuesta al aumento de las ventas que ha estado
motivado por los recortes de impuestos y las ayudas gubernamentales
a la compra de coches ecológicos.
El primer fabricante mundial, Toyota, anunció esta semana que
fichará a 800 trabajadores temporales a partir del próximo mes y que
espera seguir aumentando la contratación después de eliminar cerca
de 9.000 empleos a tiempo parcial desde el pasado verano.
Al tiempo que aumentaban las ventas, Mitsubishi ha contratado a
650 trabajadores temporales, después de despedir a los 1.400 que
tenía en plantilla antes de que la crisis empeorara los datos de
ventas y los resultados empresariales.
Nissan, por su parte, está considerando el traspaso a sus plantas
de trabajadores de algunos de socios, con lo que aumentar su fuerza
laboral en unas 300 personas.
El trabajo temporal, al que están sujetos más de un tercio de los
64,12 millones de trabajadores japoneses, se ha convertido en norma
para las empresas en crisis, que pudieron responder a la reducción
de ingresos con unos despidos que afectaron en el sector del motor a
30.000 personas en sólo seis meses.
Japón, un país donde los trabajos vitalicios eran habituales, ha
visto cómo desde las crisis de la década de los 90 han ido
desapareciendo los beneficios asociados al empleo estable, que
incluían apartados como la vivienda o la sanidad, al tiempo que la
economía nipona se rendía a la globalización y la competitividad a
nivel mundial.
El cambio histórico en la política japonesa, que se materializará
la semana próxima en la elección en la Dieta del líder opositor
japonés Yukio Hatoyama como primer ministro, ha traído a la economía
nipona aires de cambio que no gustan del todo en el sector.
El Partido Democrático (PD) de Hatoyama apuesta por cambiar la
manera en que hasta ahora había gobernado la política económica el
Partido Liberal Demócrata durante más de medio siglo en el poder.
El PD quiere comenzar por abandonar el tradicional vínculo que
existió durante décadas entre la élite empresarial y los gobernantes
de Japón.
También quiere limitar la contratación temporal en el sector
manufacturero, algo que ya ha motivado las primeras voces de crítica
entre los fabricantes de automóviles nipones.
El presidente de la Asociación Japonesa de Fabricantes de
Automóviles, Satoshi Aoki, fue de las primeras voces que cuestionó
algunos puntos del programa electoral de Hatoyama, entre ellos el
que hablaba de la reforma laboral.
Las propuestas del PD para reducir el trabajo temporal en Japón
han llevado a los analistas a asegurar que las firmas de automoción
japonesa comenzarán a trasladar la producción que aún tienen en
Japón al exterior, mientras el sector espera con recelo el comienzo
de un nuevo Gobierno reformista.
Para los gigantes del motor, con el nuevo Gobierno comienza una
nueva etapa que coincide con el inicio del fin de la peor crisis
económica de Japón tras la Segunda Guerra Mundial.
La industria del motor japonesa se enfrenta al aumento del valor
del yen frente al dólar y el euro, y al plan de recorte de emisiones
de C02 de Hatoyama, el más ambicioso de todas las economías
desarrolladas (el 25 por ciento sobre las emisiones con respecto a
1990). EFE