Por Rostyslav Averchuk
Leópolis (Ucrania), 19 abr (.).- Menos del 7 % de las empresas extranjeras cerraron sus operaciones en Rusia tras la invasión de Ucrania y otras tienen difícil disponer de sus activos o insisten en continuar por sus empleados o clientes, según analistas ucranianos que reclaman que dejen de apoyar indirectamente la ocupación.
"Muchas empresas declararon después del inicio de la invasión que abandonarían el mercado ruso. La mayoría todavía permanece en Rusia y no han emprendido ningún paso activo para salir, aunque han tenido tiempo para hacerlo sin pérdidas o con pérdidas mínimas", asegura a EFE Andrii Onopriienko, de la iniciativa "Dejad Rusia".
Según este proyecto, gestionado por el instituto ucraniano KSE, 213 empresas, de un total de 3.175 (es decir, el 6,7 %), han completado la venta de sus activos en Rusia, mientras que 1.720 "han reducido, suspendido o cesado" sus operaciones en el país.
De 38 empresas españolas incluidas en el listado, una, la gastronómica AmRest, ha abandonado Rusia por completo, mientras que otras 20 han suspendido operaciones.
Onopriienko explica que los datos resultan más alentadores cuando se tiene en consideración que las empresas que han dejado de operar en Rusia eran responsables de casi el 16 % de todos los ingresos generados por compañías extranjeras y empleaban al 23 % de los trabajadores de las sociedades extranjeras.
El instituto KSE pertenece a la plataforma "Comercio por Ucrania", una coalición de más de 60 oenegés que tiene el objetivo de obstaculizar el acceso del Gobierno ruso a los recursos económicos que necesita para financiar la agresión contra Ucrania.
Esta coalición mantiene que realizar negocios en Rusia contribuye a sus objetivos bélicos a través de los impuestos que pagan allí las empresas, de las tecnologías que proporcionan y de su aportación al mantenimiento de las cadenas de suministro, por lo que se exponen a ser cómplices de posibles crímenes de guerra.
Las compañías que permanecen en Rusia, al ser interpeladas por la coalición, suelen argumentar que deben proporcionar productos esenciales a los clientes rusos y proteger a sus empleados.
La realidad, señala Onopriienko, es que muchas obtienen una gran porción de sus ingresos en Rusia. Algunas incluso han aprovechado la salida de otros competidores para expandir sus actividades en el mercado ruso.
La decisión de algunas empresas de seguir en Rusia ha causado tensiones con sus empleados ucranianos, como en el caso de la multinacional francesa del bricolaje Leroy Merlin (BME:MRL). Un grupo de empleados de su filial ucraniana denunciaron el año pasado que les habían cortado el acceso a las comunicaciones internas tras haber instado al grupo propietario a salir de Rusia.
Recientemente, la Agencia Nacional de Ucrania para la Prevención de la Corrupción ha incluido a varias empresas extranjeras presentes en Rusia, entre ellas Leroy Merlin, en un listado de patrocinadores de la guerra.
El impacto es meramente reputacional, dice Onopriienko, pero, sin embargo, la coalición "Comercio por Ucrania" pone sus esperanzas en este tipo de presión.
"Cuanta más gente sepa que estas empresas siguen operando en Rusia, a pesar de las sanciones de sus Gobiernos, más presión habrá para que detengan allí sus actividades", argumenta.
La iniciativa intenta explicarles que la movilización de recursos por parte del Estado ruso hace probable que sus bienes se empleen para financiar la guerra.
Así, bancos como el suizo Raiffeisen (VIE:RBIV) permiten a los soldados rusos aplazar el pago de créditos, mientras que la cadena francesa Auchan ha sido acusada de proporcionar productos a los soldados del frente, según una investigación de varios medios internacionales en febrero.
Onopriienko subraya que las protestas delante de las sedes de las compañías pueden ser efectivas y agrega que la aplicación móvil "Push to Leave" permite a los usuarios escanear un código de barras y averiguar si la empresa productora sigue operando en Rusia.
En los últimos tiempos, Moscú ha creado una serie de obstáculos para dificultar la salida de empresas extranjeras.
Así, los trámites burocráticos pueden tardar años, mientras la compañía se ve obligada a pagar un impuesto del 10 % para vender sus bienes y pueden enfrentarse a dificultades para sacar el dinero de Rusia.
No obstante, Onopriienko subraya que han tenido tiempo suficiente para marcharse antes.