Madrid, 18 sep (.).- La crisis de los chips que afecta a la industria del automóvil, y que está obligando a muchas marcas a parar la producción por falta de suministro, es para el director corporativo de la patronal de vendedores de vehículos Ganvam, Jaime Barea, un tema "coyuntural" para el que no se pueden improvisar soluciones.
En una entrevista con Efe, Barea ha indicado que, por el momento y según los datos que se conocen día a día, está afectando más a las marcas alemanas y francesas que a las japonesas o coreanas.
Preguntado si prevé cuándo puede acabar esta falta de suministro de chips, que son necesarios para el montaje desde los sensores de aparcamiento hasta el limpiaparabrisas de un vehículo, ha respondido que lo desconoce porque es "global" y apunta, como señalan algunos expertos, a que continuará hasta el primer semestre de 2022.
Lo que sí tiene claro es que si este problema se convierte en estructural provocará un cambio en la forma de fabricar coches.
En cuanto a las posibles soluciones para revertir esta situación ha avisado de que "no se pueden improvisar" y pone como ejemplo el que construir y poner en marcha una fábrica de chips es un proceso que puede tardar más de tres años.
Esto en cuanto al largo plazo, porque, en su opinión, en el corto, lo que se podría hacer es reducir el número de chips "prescindibles" que se emplean en los vehículos en elementos opcionales de equipamiento, como pueden ser los citados sensores de aparcamiento.
Al respecto, ha indicado que esos chip se deberían utilizar para que permitan el funcionamiento de elementos de seguridad que son imprescindibles para la homologación de nuevos vehículos y entre los que ha citado la frenada de emergencia.
Otra posible solución podría ser que las marcas redujesen el listado de opcionales para sus vehículos y se requiriesen así menos chip en las plantas de montaje.
Según Barea, la falta de oferta de chips ya está provocando en España algunas demoras en la entrega de los vehículos nuevos matriculados.
Antes de agosto -ha asegurado- los concesionarios les dijeron que estarían solventadas para septiembre, pero no se ha resuelto.
Esto, junto a otros factores como el que todavía haya alguna restricción a la movilidad por la covid-19 o la confusión del consumidor con las nuevas tecnologías de propulsión, está poniendo en riesgo el que este año se pueda llegar a un cierre de ejercicio con un millón de turismos y 4x4 vendidos.