Mar Gonzalo
Madrid, 16 mar (.).- La industria del gran electrodoméstico sigue sufriendo la disrupción que supuso la llegada de la pandemia hace ya cuatro años y, de hecho, no logrará recuperar su ritmo habitual de ventas hasta al menos 2025, según explica a EFE el máximo responsable en España de BSH, el líder del sector.
"Desde hace muchos años, en España se venden al año unos 7 millones de grandes electrodomésticos (de gama blanca), pero en pandemia, con la gente pasando tanto tiempo en casa, se disparó la demanda, hasta los cerca de 7,9 millones", detalla Fernando Gil.
El director general de BSH España apunta en una entrevista con EFE que ese fuerte incremento de la demanda -simultáneo en otros muchos países-, agotó los stocks, multiplicó la necesidad de componentes y terminó produciéndose la crisis de la cadena de suministros.
La firma alemana BSH es la matriz de la española Balay, pero también de otras muchas marcas del sector como Bosch o Siemens, y en España ostenta el número uno en el mercado (al igual que en el conjunto de Europa), con una cuota de mercado cercana al 30 %.
Según sus datos, en España hay un parque de unos 90 millones de grandes electrodomésticos (unos 30 millones de marcas de BSH), que se mantiene en un hogar una media de entre 12 y 16 años, según cálculos de la Comisión Europea, y tienen un precio de unos 400 euros.
Cada año se renueva menos del 10 % del parque, pero la pandemia elevó ese porcentaje, así que en los años siguientes, no está habiendo tanta necesidad de nuevos aparatos.
La patronal Applia, que agrupa a fabricantes de línea blanca y de pequeños electrodomésticos, apunta que en 2021 se vendieron casi un 10 % más de electrodomésticos grandes y pequeños que en 2020 (medido en facturación el incremento fuer del 14 %).
En 2022 sin embargo las unidades vendidas ya fueron un 7 % menos (aunque se ingresó un 2 % más, debido a precios más elevados), y en 2023 se registró un descenso del 7 % en aparatos vendidos y del 4 % en facturación. En los dos primeros meses de 2024 se lleva un 5 % menos vendido y casi un 4 % menos facturado.
Dado este contexto, BSH España -que aún no ha difundido sus cuentas- adelanta que 2023 cerró con una caída de un dígito en facturación, en línea con el sector, puesto que los electrodomésticos de línea blanca vendidos en España podrían haberse quedado en el entorno de los 6,5 o 6,8 millones , frente a la media habitual de 7 millones.
Para este año 2024, si no hay grandes imprevistos, las ventas podrían quedarse también ligeramente por debajo de los 7 millones, para ya en 2025 lograr que el sector recupere su tono habitual.
"Este sector tiende a estabilizarse con facilidad, porque, aunque es cierto que uno puede tener varios móviles en casa, pero no más de un frigorífico, también es cierto que uno no puede posponer la compra de un frigorífico cuando se le rompe el que tiene", resume gráficamente el directivo.
BSH tiene unos 4.300 empleados en España y 5 fábricas en Santander (BME:SAN), Pamplona y Zaragoza que cada año producen juntas en torno a cuatro millones placas de cocina, lavabajillas, frigorífícos combinados, lavadoras y hornos, entre otros aparatos. Según la empresa, una de cada cuatro placas de inducción que se venden en el mundo se fabrica en la planta de Zaragoza.
"La logística barata murió con la pandemia"
Otro fenómeno que desencadenó la pandemia, aunque ya se veía venir, es el encarecimiento de la logística, puesto que hasta entonces y gracias a décadas de avances en la globalización económica "podías tener proveedores en todo el mundo" y, de hecho, "prácticamente todo procedía de Asia".
"Eso es difícilmente sostenible" apunta Gil, porque cualquier disrupción como las que cada vez se registran más en el mundo, puede hacer tambalearse la cadena de suministro global.
A trazo grueso, antes de la pandemia traer a Europa un contenedor costaba unos 3.000 euros, luego se disparó a los 10.000 euros y, aunque esa cifra se ha ido reduciendo, ahora la tensión que se está viviendo con situaciones como la del Mar Rojo, por ejemplo, hace que cueste entre 4.500 y 5.000 euros.
"La logística barata murió con la pandemia", sentencia Gil, quien recuerda que en el mundo hay 14 grandes pasos náuticos por donde se mueve el 80 % del comercio mundial y solo hay unos cien mil barcos de transporte.
Fábricas más pequeñas y cercanas
"Ahora es cuando nos estamos dando cuenta de que hay que tener capacidad para atender la demanda desde mucho más cerca", apunta el directivo de una compañía que efectivamente está tratando de "regionalizar" sus procesos "construyendo fábricas más cerca de los mercados para evitar que haya que transportar tanto producto" de una punta a otra del planeta.
En lugar de transportar cientos de barcos cargados de frigoríficos, que en el fondo están "llenos de aire dentro" de China a EEUU, "es mejor montar una fábrica en México y desde ahí exportarlos a EEUU, lo que, además, ayuda a crear una red de proveedores locales.
"Tendemos a un futuro en que las fábricas serán más, y más cercanas, y tendrán que ser forzosamente más pequeñas", que se especializarán cada vez más en fabricar productos diseñados para es mercado en concreto, lo que, además de recortar costes de transporte y niveles de contaminación, permite ajustar la producción a la demanda y reducir enormemente lo stocks, algo fundamental para la salud financiera de las empresas.